El gobernador Antonio Echevarría García, tiene con el resultado electoral una imperiosa circunstancia política, echó todas las canicas al candidato derrotado y se aisló de los otros gobernadores panistas que al ver llegar la debacle, días antes de la elección hicieron profesión de fé para con el futuro ganador de la contienda; hoy, el corolario del triunfo de Amlo, lo deja en franca desventaja en la inmutable relación con el gobierno de la república.
Está obligado el gobernador a hacer política, a hacer cambios al interior de su administración y enfrentar la reestructura de las dependencias con los hombres que tienen que fortalecer relaciones y presupuestos con el próximo equipo hacendario de Andrés Manuel.
El ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación José Ramón Cossío Díaz, ayer dijo que: “Si de verdad se quiere transformar a México, ello debe pasar por el derecho…, el derecho como la herramienta del cambio tiene que ser ajustado para que pueda ser útil al fin buscado..” y la obviedad nos indica que ahora en este nuevo contexto, debe contar con excelentes Abogados, no esos licenciados en derecho que son Abogados de gabinete, es decir que en su vida se han enfrentado a problemas reales, jurídicos o políticos de trascendencia.
Toño Echevarría, tiene una espléndida oportunidad de actuar como el gobernador que ha superado sus filias primeras y ya debe de actuar como hombre de Estado, en donde las resoluciones se toman en base a resultados, a capacidades, a experiencia, para darle un mejor escenario político a su administración; y en ello, precisamente tiene que hacer una remodelación jurídico política para potenciar su gobierno.
No puede –ni debe- desentenderse de los trabajos sustantivos que lleva a cabo el Congreso del Estado; y es imperioso que fortalezcan las relaciones inter institucionales con el poder judicial; en unas cuantas semanas se elige al nuevo presidente del TSJ, que suplirá a partir del 1 de octubre al magistrado Pedro Antonio Enríquez; y este proceso institucional tiene reglas no escritas, que el gobernador debe no solo saber, sino ejercer.
Y ya entrados en el proceso de cambios institucionales, alguien tiene que decirle que ha heredado un esquema de protección judicial que implementó su predecesor para hacer inviable su enjuiciamiento, se impone volver a una administración que no dude, que no se escondan los miembros del gabinete, que den la cara, que enfrenten los problemas y la crítica de los medios, que se percaten de que todo servidor está sujeto al escrutinio público.
Y en su entorno particular, que tenga la oportunidad de escuchar, que implemente una operación de relaciones públicas sin perjuicios, y que, aquellos que hablan y operan en su nombre, que desechen para siempre su actitud desdeñosa de perdonavidas.
Las palabras son prudencia, confianza y temperanza; requisitos mínimos para ser un buen gobernador; Toño Echevarría tiene tamaña oportunidad de darse a querer, de ser apreciado por su pueblo, actuando sin fobias discriminatorias, leal a sus compromisos iniciales; para ejercer el poder con responsabilidad y eficiencia.
Digo…
Contacto.- cronicaslip@gmail.com