Leopoldo Domínguez, durante toda su vida como profesional de la medicina, obtuvo el reconocimiento de sus pares y de sus pacientes, nunca se le escatimó un comentario laudatorio, de ahí el porqué, cuando incursionó en la administración pública y en el quehacer electoral, sus familiares y viejos amigos le expresaron varias veces y en todos los tonos que él, con su bonhomía y su carácter de humanitarismo, no estaba apto para el estercolero en que se desenvuelve la política.
Tuvo que pagar su noviciado, fue objeto de muchas críticas en la amplia gama de dicterios que se le prodigan a un candidato derrotado; se tejieron muchas leyendas negras en torno a los tópicos que se generan en una campaña como aquella que protagonizó en el gobierno de su primo; y de fea manera hace algunas semanas, el ex gobernante, Antonio, le endilgó acres calificativos al arranque de su segunda candidatura, que, merced a singulares circunstancias coyunturales, le hicieron merecedor en las urnas de la victoria electoral, con un número de votos inusitados, que sorprendieron a todos, partido, encuestadores, periodistas, y hasta al mismo galeno.
Ya con las aguas medio calmadas, la victoria del panista se ha metabolizado de manera puntual y sin gritos y sombrerazos de parte del partido perdedor; no es su costumbre, empero, nada mal se vería un serio y pulcro análisis de la conducción desafortunada del Cde del tricolor; que no queden, tras bambalinas, las suposiciones y opiniones múltiples de los ahora muchos enterados, que nos hablan de que existieron cuestiones de Estado, “superiores” para quitar a un pre candidato exitoso y mandar a un político de precaria rentabilidad electoral.
Polo afirma que agradece los votos para su persona; empero, una buena parte de ellos, el mismo debe tener conciencia, que fueron emitidos de manera compulsiva, con coraje soterrado, con afán revanchista, como una muestra del desprecio que generó el mal trato que recibieron de todos aquellos que en nombre del gobernante hablaron e impusieron durísimas condiciones de operación a cientos de promotores del voto forzados.
Este comité estatal del Pan, cuyos integrantes solo se han caracterizados por ser usufructuadores de la franquicia, están acostumbrados a ser unos zánganos, vividores de las prerrogativas electorales, de la subasta de las candidaturas, y poco o nada se les conoce como políticos socialmente necesarios, que al servicio de una entidad pública como el Ayuntamiento de Tepic, puedan aportar, ideas, capacidad, honestidad a toda prueba, nadie les conoce proyectos originales en políticas públicas.
La sociedad, los medios y sus hacedores, esperan que Polo, el ahora presidente electo, no vaya a ser rehén de estos politicastros; en el actual escenario, con el cambio de la correlación de fuerzas políticas, esta oposición, este panismo, tiende a recomponerse, una oleada de nuevos rostros, llegan a niveles de dirección, que en unos dos años, echarán del partido y de la estructura de control a este panismo comodino y acomodaticio.
La mayor incógnita, es que si en este tiempo que viene de renovaciones, Polo será colaborador, o será víctima de los emisarios del pasado, que pueden tenerlo maniatado para el sostenimiento de sus espurios intereses.
Cuestiones que empezarán a dilucidarse, una vez que conozcamos, los miembros de su equipo de entrega recepción, y la integración de su gabinete; veremos cuál es el talante del próximo presidente municipal, ¿medroso o timorato..? o azás arrojado, valiente y con tamaños para enfrentar la difícil condición del Ayuntamiento de Tepic; veremos pues en breve…
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