Son muchos los años transcurridos, quienes vivimos lo mejor y lo peor del viejo sistema político mexicano; algunos que nos enfrentamos al autoritarismo y la represión del Estado, mediante el uso abusivo de la violencia (i)legítima a su cargo; los que de una u otra forma fuimos testigos –partícipes- de las luchas políticas que trajeron como consecuencia la evolución de este país; los que saben lo que costó llegar a esta democracia política –imperfecta y todo- vemos con pena, la grave condición de los partidos y políticos que hoy los representan.
La evolución de las instituciones electorales fue determinante, de la vieja comisión federal electoral y las “credenciales de elector” (viejas papeletas sin tu fotografía, impresas en papel de estraza) casi nadie se acuerda; los acarreos impúdicos del monopolio priísta de entonces; el abrir los paquetes electorales en los comités distritales para falsificar las actas y corregir los conteos no favorables a los candidatos del binomio Pri-gobierno; muy pocos de los actuales politicastros pueden señalar que fueron actores, testigos u opositores.
Con esta remembranza el escriba, compara el quehacer político de hace cuarenta y tantos años, con las bondades de una partidocracia que hoy tenemos; dineros públicos a raudales, tanto que posibilita la impúdicia mayúscula de la existencia de parásitos despreciables como los dueños de la franquicia del partido verde (mérde..!) o gandules burgueses que preconizan que son de “izquierda”, convenencieros que usufructúan una ideología que no practican.
Y la paradoja de acción nacional; el único partido que fue creado para oponerse al Pri, que durante decenios fue una oposición testimonial, y cuando los electores le dieron la oportunidad de ser gobierno; todo lo echaron por la borda de sus apetitos de poder, de riquezas a la vera del gobierno; ellos encarecieron como nadie las nóminas del gobierno federal, de las paraestatales y de los estados donde han gobernado.
De ahí, que de cara a las elecciones del próximo julio en la entidad, lo que los partidos le han mostrado al futuro elector, es pobreza moral, precariedad de objetivos y una horfandad mayúscula, no ofertan principios, modos o acciones para corregir lo que es dable en nuestra sociedad; menos exhortan a la sociedad a asumir un nuevo contrato social, en dónde las responsabilidades sean compartidas, que el gobierno en sus dos niveles locales haga lo que la ley le permite y la ciudadanía asuma sus obligaciones para demandar el cumplimiento de sus derechos.
Ayunos de propuestas, esperemos que los registros definitivos de sus nominados a los puestos de elección popular, nos permitan conocer quién va para tal puesto y cuál para éste; así, con certidumbre de sus nominaciones, exijámosles congruencia, propuestas específicas y un mínimo de cultura política para incentivar a la gente para que vaya a votar…
El tener el monopolio para acceder al poder, les hace nominar a personas inexpertas y con un excesivo concepto de sí mismos; se han colgado del gobierno exitoso de Roberto Sandoval…, y se ven mal, no convencen.
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