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El utilitarismo de la política
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Partidos y candidatos
El triste espectáculo que nos han prodigado los partidos políticos, con dos alianzas y un tercero de esquirol, demuestra que en México, desde hace lustros han muerto las ideologías; y recordando a los clásicos que nos decían que “ninguna sociedad pueda avanzar, sin un ideal que la sostenga”, hemos de colegir que este país que se debate en una guerra civil de baja intensidad, se encamina hacia el desconcierto y la incertidumbre ciudadana.
La política solía ser la actividad humana más elaborada, la que reclamaba que sus protagonistas fueran líderes y normatipos sociales; ahora, dado el utilitarismo que nos han impuesto las nuevas reglas no escritas del partido en el gobierno, -salvo honrosas y contadas excepciones- cualquier pelafustán, zafio e ignorante, no solo son diputados federales o senadores de la república, sino que ya llegaron a las gubernaturas estatales.
Una ideología es un conjunto estructurado de ideas que son compartidas por una colectividad, creencias, interpretaciones, valores, es decir es la representación de un sistema y de un programa de acción.
Lo vimos en el periodo formativo de esta república que fue alentado por el llamado nacionalismo mexicano, égogla que surge del misticismo de los pueblos originales y las luchas de emancipación del siglo XIX, sustentado en ideales libertarios, la revolución mexicana desemboca en su proyecto histórico; la Constitución Política de 1917, cuya primera década se caracteriza por la violencia física y material.
Luego, en las postrimerías del gobierno de Lázaro Cárdenas, México termina de asimilar su experiencia de treinta años, bélica, política y cultural; así el Estado mexicano establece las fuentes de su legitimidad; inicia la etapa civilista, se remodela el partido de los revolucionarios y a mediados del siglo pasado, la democracia política comienza a permear en luchas y emergencias de todo tipo que obligan al Estado a la apertura democrática de los partidos políticos.
Hoy, estos partidos que han olvidado sus orígenes, su concepto de doctrina política ya no se puede aplicar para diferenciarlos de un partido o de un movimiento político de otro; por sus protagonistas, sus candidatos, el chapulineo de las candidaturas nos lo dice, cualquier hijo de vecino sea del partido que fuese es el bueno para abanderar estas elecciones.
En Nayarit, las candidaturas a las posiciones del legislativo federal y a las locales y presidencias municipales, nos indican una marcada movilidad de uno a otro partido y ahora de una a otra alianza, tienen los candidatos un pasado común y una singularidad evidente, carecen de ideología política, de cultura democrática, son prácticos, con propuestas de corto plazo, con el utilitarismo del gobierno para el imaginario colectivo de los electores.
La arcaica narrativa que se construyó desde el púlpito presidencial, ya permeó en el escenario de la contienda, la absurda dicotomía del “bloque conservador” con el híbrido “liberal” que dice abanderar Morena y sus aliados, han reducido la rica y variada vida nacional que existe en la sociedad.
México y Nayarit vive un periodo de efervescencia política inédito, con unas elecciones inmensas que sin duda pondrán a prueba las instituciones electorales que hoy vemos se tornan trémulas ante los excesos del poder y las constantes violaciones de las reglas electorales.
Se impone un reagrupamiento de todas las ideas imperantes para comprender ésta difícil existencia, esta cruenta realidad social, política, económica y delincuencial que padecemos.
De esta manera, al percatarse con puntualidad del momento histórico que vive el país, se podrá actuar en consecuencia…