Ciento y tantos días del gobierno estatal; un escenario de complicaciones, de diversas formas de asumir los compromisos beligerantes de su proyecto político en el legislativo primero y después en el ejecutivo; pareciera que fuesen divergentes las formas de asumir el ejercicio constitucional, no se ha actuado con la sinergia que debiera esperarse en la obviedad de que llegaron juntos, compartiendo los objetivos de una alianza electoral.
Sin embargo, me lo dijo enfático el super secretario sin cartera –Daniel Saucedo- “este es otro gobierno, que respetará la división de poderes y no va a someter al legislativo…” ¿y con el judicial..? –le reviro; y con algo de sarcasmo me dijo: “pues hay que ver cómo se comportan…”, ergo, colegimos que este cuatrienio será una administración de una hibridez política nunca antes vista.
Indefiniciones ideológicas se entiende, empero el no asumir la vanguardia del quehacer gubernamental que orgánicamente le corresponde al titular del poder ejecutivo, ha dejado un espacio que por su propia dinámica lo ha estado cubriendo el diputado presidente, el galeno Polo Domínguez.
En el arranque de la XXXII legislatura, pareciera que se echaron demasiados objetivos inmediatos encima, se atragantaron del ejercicio del poder, se desbocaron algunos diputados en el uso y abuso de sus funciones fiscalizadoras y se fueron al extremo en la condena de todo lo que se refiera a la administración del gobernante anterior.
Sin embargo, se generó un escenario de contienda judicial, yerros interpretativos pusieron en evidencia el accionar del diputado Pedroza y sus asesores; y se encuentran en la contienda bajo pleito ante un juez de distrito de Jalisco, cuyas interlocutorias han sido del particular estilo de la juridicidad que el poder judicial de la federación, las singulares falacias Ad hominem.
En este contexto, la figura del diputado presidente Polo Domínguez cobra particular importancia, puesto que, con la figura acotada de Toño Echevarría gobernador del Estado, el territorio mediático quedó en la cancha del poder legislativo, y ahí, la impertinencia de los diputados del PRD, junto a la sorda lucha de los del Acción Nacional, han generado un crisol candente, determinando que la agenda diaria del presidente del congreso, sea una labor abrumadora.
A todo ello, hay que sumarle, la lógica de las demandas que devienen de los compromisos de campaña y la cotidiana demanda de los inacabables pedigüeños, el escenario de la presidencia del congreso es una singular romería.
Al interior de la administración del congreso, la extraña figura del secretario general, Everardo Rojas, -un denso abogado importado de Michoacán por el gobernador Toño Echevarría que así mantiene su enclave político en esta legislatura- dimensiona un clima de desconfianzas mutuas, y si apreciamos la evidente cercanía con el ejecutivo de Héctor Benítez, encargado del despacho de la Auditoría Superior del Estado, en lugar de con su jefe orgánico, el presidente del congreso, pues el escenario político administrativo, es, absolutamente inédito.
Y ahí, la figura de Polo Domínguez tiene que asumir los retos que todo ello implica, no puede darse el lujo de asumir la política del dejar hacer, dejar pasar que se aprecia en el territorio de Toño Echevarría, tiene que agarrar el toro por los cuernos y pese las limitaciones y precariedades jurídico-administrativas que se han visto, está obligado a potenciar las funciones del legislativo y pues ni modo, con esas mulas tendrá que arar en la parcela de la contienda jurídico-política contra el gobierno precedente.
La pregunta es obvia, ¿podrán en el banquillo de los acusados a Roberto Sandoval y a sus principales..? ¿lograrán defenestrar a los magistrados del TJA..?
Puede que sea mucho trabajo tales tareas, que sin duda van a distraer el quehacer gubernamental y las funciones sustantivas de un gobierno que tiene poco espacio de maniobra, llegamos al año electoral, con todo lo que eso significa.
Días difíciles, obsesivos y circulares para el diputado presidente…
Contacto.- cronicaslip@gmail.com
