- Delicado de salud el ex magistrado presidente del TSJ
- Diagnosticado como infectado de Covid-19
- Sale del Cereso al Hospital Civil para ser atendido
La pandemia del coronavirus en todo su esplendor de los contagios, merced a la apertura de una “nueva realidad” en la cual han transcurrido los días de incubación del méndigo virus y ahora se tienen los hospitales atascados y brincando casos de infectados por doquier; sobre todo en las instituciones del gobierno estatal y municipales.
Desde el fin de semana anterior, se conoció por las expresiones de amigos cercanos, que la salud del ex magistrado presidente del TSJ Pedro Antonio Enríquez, era de pronóstico reservado, y el gobierno estatal, por medio de uno de sus voceros oficiosos dijo que:
“Enríquez Soto, recluido en el Centro de Reinserción Social «Venustiano Carranza», de Tepic, ha sido atendido en el área de enfermería en los últimos 12 días por un cuadro viral provocado por el dengue, y en los últimos días su salud se ha visto comprometida por lo que resultaría ser un proceso infeccioso ocasionado por el coronavirus, como lo precisa un estudio de laboratorio realizado por el laboratorio para la investigación en inocuidad alimentaria de la UAN.
Ante esta posibilidad y en un acto de congruencia humanitaria, el Gobierno del Estado resolvió el traslado de quien fuera presidente del Poder Judicial de Nayarit para una valoración y atención médica especializada en espera de que un laboratorio certificado confirme el diagnóstico.”
El tema resulta difícil de entender, el empecinamiento judicial por mantenerlo privado de su libertad, con el notorio desaseo del juez de control –que por cierto también señalan fuentes cercanas a su persona está contaminado de Covid-19- cuando ya se tenía una suma millonaria como garantía económica para asegurar su presencia en el proceso que se le instruye en su contra.
Otros funcionarios judiciales implicados en la misma causa penal, de manera sibilina se asumieron en testigos protegidos y fungieron como esquiroles en contra de los dos magistrados, Enríquez y Marmolejo, privados ambos de su libertad. Empero, independientemente de los desaguisados judiciales, cabe preguntarse porqué desde que se le hicieron los primeros pedimentos a la familia para que se atendiera en un hospital privado no lo aceptaron.
Ahora con el cuadro agravado con la certidumbre de que está padeciendo los efectos del Covid-19 lo llevan al Hospital Civil, y al parecer mediante un juicio de Derechos Fundamentales, que le concede un Juez de Dsitrito suspensión de plano, lo llevaron al nuevo Hospital del Issste que bien puede tener todos los protocolos habidos y por haber en el tratamiento de esta infección.
Sin duda, el gobierno del Estado está corriendo un enorme riesgo al poner en peligro la vida del ex magistrado presidente del TSJ; el caso, tiene las obviedades de implicaciones políticas trascendentes; independientemente de que existen los datos de prueba suficientes que pueden sustentar la imputación de la agente del MP especializada en delitos cometidos por servidores públicos, no hemos podido encontrar el origen del encono, que trasciende más allá de la causa penal que se le instruye.
Y de una u otra forma, siendo un gobierno consolidado, todo lo bueno –que es poco- y todo lo malo que suceda en esta administración, al final, será de la responsabilidad política del gobernante Toño Echevarría García, quien en el tramo final de su cuatrienio se aprecia cada vez más solitario, sin hombres ni mujeres de talento que le sirvan para operar su salida.
Un hombre de carácter tan fuerte como lo es Jorge Aníbal Montenegro que sigue operando en algunas políticas públicas tras bambalinas, pudiera ser el artífice de la próxima alianza política electoral, a la cual el gobernador y su gente le van a apostar.
En la búsqueda de la justicia, la tarea que se autoimpusieron de ir judicialmente en contra de los corruptos de sexenios anteriores, no les trajo los resultados anunciados, no han tocado a los ex gobernadores, sigue impune y tranquilo el sátrapa de la Mololoa, y Roberto que se debate en su aislado laberinto.
Y ahora con las decenas de observaciones que le hizo a su tesorero la Auditoría Superior de la Federación, tienen un frente bastante complicado que atender. Y el discurrir del tiempo político para esta administración, lleva un ritmo implacable, y los asuntos judiciales, como el emblemático en contra de Pedro Antonio Enríquez, se les están diluyendo entre las manos.
Al final, al cierre de su cuatrienio, tendrán que reconocer que existe bastante distancia entre el querer y el hacer, la política ya lo dijo Bismarck: “es el arte de lo posible…” hemos de ver que pudieron o que no quisieron hacer para su trascendencia política.
La suerte está echada; y ojalá que recupere la salud y pronto el imputado ex magistrado presidente del TSJ Pedro Antonio Enríquez Soto. Por el bien de todos…
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