• La proposición de cambios estructurales

  • Matizar el escenario o la ruptura

En el canon de la política se señalan varios estereotipos, los cuales se refieren al lado subjetivo de sus protagonistas, quienes en un momento dado influyen en el decurso de un entorno determinado; son ellos y su circunstancia los que nos dimensiona el tiempo político que se vive.

Hoy, el tiempo político que protagoniza Miguel Ángel Navarro es singular y disrruptivo en el imaginario colectivo de sus gobernados.

El principio de precaución en el ámbito de la política se distingue del principio de prevención porque el primero exige tomar medidas que reduzcan la posibilidad de propiciar un daño  grave a pesar de que se ignore la probabilidad precisa de que éste ocurra, mientras que el principio de prevención obliga a tomar medidas dado que se conoce el daño que puede producirse.

¿Se trata de un principio ético?

El principio de precaución ha sido cuestionado como principio ético en gran medida porque no es considerado un principio sino un conjunto de principios. El principio de “precaución” o también llamado “de cautela” exige la adopción de medidas de protección antes de que se produzca realmente el deterioro de la política pública, que se expresa operando ante la amenaza de la falta de certeza sobre sus causas y efectos.

Hagamos un esfuerzo de traducirlo al entendimiento común; en general, en el imaginario colectivo de la sociedad, se tiene por sentado de que los gobernantes, ellos y su círculo cercano de funcionarios, en el ejercicio del poder, gozan de un privilegio, disponen impunemente de los recursos del erario, para sí, para sus familiares e incondicionales, ello es, ha sido una práctica común heredada en nuestro sistema.

La política que impone hoy el gobernante, son cambios profundos en la estructura vigente, como la lucha contra la corrupción hasta sus últimas consecuencias.

Estas medidas quizás debieran darse de manera paulatina, como ejemplo sería que en la Feria Nayarit, el expendio de bebidas alcohólicas se diera con restricciones –por ejemplo solo se venda acompañado de alimentos- y no la draconiana medida de prohibición total.

Porque esto es referido a la cultura generalizada en el grueso de la sociedad  que ha sido pasto de la cultura social que difunden los canales de televisión y las cadenas de radiodifusoras, el mass media, al servicio de uno de los poderes fácticos que se instalaron en nuestra sociedad, el narco, la delincuencia organizada, es una política disrruptiva por mucho que tenga el mayor contenido ético y de plena legitimidad como significa el ejercicio del poder ejecutivo.

En el gobierno de Antonio Echevarría Domínguez, el triunfo electoral del bigotón lo entendió como la posibilidad de desmontar todo el aparato creado por el PRI y sus estructuras políticas y sindicales; a los dos, tres años, se convenció que era una tarea impráctica, de ahí que tuvo que escoger sus aliados con los poderes fácticos y entró en componendas con los Montenegro; les dijo a sus hijos y yernos “háganse amigos de los hijos de Liberato…”.

Hoy, guardadas las proporciones, el gobierno de Miguel Ángel que ha emprendido la enorme tarea de erradicar la corrupción del gobierno, de la UAN, de los sindicatos, de las para estatales, lo está llevando con la toda la dificultad que implica la tarea de que ellos, los agentes de procuración y de administración de justicia…, son parte del mismo problema.

De ahí que el pugüeño debe enfrentar el principio de precaución; ya que todo lo hecho hasta la fecha, le impone una evaluación mínima del costo beneficio que le ha representado este esfuerzo de limpiar la administración pública, enfrentando a todos aquellos que le han hecho latrocinios.

El tema de la delincuencia organizada que impera en la entidad y domina a los Ayuntamientos con los matices que le impone el penitenciarista es todo un caso.

El gobernante se está quedando sin la aquiesencia de la sociedad, y corre el riesgo de perder gobernabilidad…

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