·      La “real polítik” tal cual

·      La hegemonía, principio fundamental

El ejercicio del poder es adictivo, es un disfrute que energiza, que hace ver  todo desde un dintel superior a todos los mortales que les rodean; y se necesita mucha disciplina interior para no caer en la patología de la política cuando se tiene transitoriamente el poder. Ensorbecerse, asumirse el dueño de tiempos y de procesos.

El ejercicio patrimonialista es otra de sus taras y servidumbres que tarde que temprano se muestra cuando se entra en conflicto de intereses, y, desde luego hemos visto con esta nueva hornada de políticos que han ascendido al poder con el embrujo del partido Morena, demuestran que su falta de experiencia, su ignorancia de las elementales reglas escritas y sobre todo de las “no escritas” les ciega su objetividad para la operación política.

El irrespeto por las jerarquías políticas es un pecado usual entre esta generación de políticos de variopintos orígenes, en su mayoría tránsfugas de los otros partidos y movimientos coyunturales; al haberse perdido las formas, la falta de urbanidad y la impudicia de conductas pedestres son cuestiones cotidianas, sin percatarse del gravísimo efecto que se produce y se refleja en el imaginario colectivo electoral. 

El quehacer político es una conducta que refleja la naturaleza particular de quienes ejercen el poder, vale el dicho del gran Corso, “¿quieres conocer a un hombre..? ¡dale poder..!” y al desplegarlo se aprecia el impacto que se produce con las políticas públicas en el grupo social que se gobierna.

En nuestro sistema cada tres y seis años se reproducen las contiendas por ascender al poder y, desde luego para mantenerlo, el escenario actual nos muestra fortalezas y debilidades, aquellas a nivel estatal y las segundas en las ligas menores.

Miguel Ángel Navarro no tiene adversario enfrente que le haga sombra, es posible que en este tiempo de elecciones intermedias por ahí se aprecie quien será su némesis; mientras tanto, la especulación por las diputaciones, presidencias municipales y las representaciones federales que serán en elecciones conjuntas está a todo lo que da el fervor de todos aquellos y aquellas de sacrificarse por representarnos en estos niveles de poder.

Y sí, cuando las cosas van bien, surgen hechos, acontecimientos, la dinámica de los intereses caen en interferencia y pues el escenario por su propia dinámica deja las cosas en su exacta escala, la lucha interna de los partidos es la constante y en Nayarit, con todas sus singularidades estamos viendo los movimientos que son inherentes al ejercicio hegemónico del poder.

Que nadie se llame engañado, no todo es miel sobre hojuelas, nada es más cambiante que las circunstancias políticas y sociales, cuando se expresan de variadas formas las ambiciones por el poder, que no debe interferir en la racionalidad política del proceso electoral; es prudente recordar aquel viejo dicho “perder unas elecciones es normal en una democracia; lo malo es perder la democracia en unas elecciones..”


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