- Fallece el líder histórico del magisterio nayarita
- Deja un legado difícil de igualar; político de viejo cuño
Supe de su persona y de otros nayaritas a finales de los años sesentas del siglo pasado; ellos, Liberato Montenegro, Celso Delgado, Ramón Navarro, fueron pioneros de la lucha estudiantil llamémosle “institucional” en la otrora poderosa Confederación de Jóvenes Mexicanos “cejotaeme”, que en la corriente subversiva y revolucionaria la confundían festivamente con la Asociación Cristiana de Jóvenes Mexicanos “”acjotaeme”; porque la CJM era parte del accionar político del Estado mexicano, y como tales, fueron una generación emergente que supo entreverarse en los escaños político electorales.
Llegaron al Senado de la república, a la Cámara de Diputados federal y local, solo el tribuno fue gobernador, puesto que, cuando “le correspondía” llegar a la gubernatura a Liberato, se la dieron a Rigoberto Ochoa.
Liberato Montenegro Villa, partió ayer al eterno oriente, luego de meses de padecimientos que anunciaron el fatal desenlace; se va cobijado por los suyos y con el amplio reconocimiento de la clase política local, de todos los colores y distingos partidarios.
Sobrio, que enaltece a quienes se lo prodigaron, fue el homenaje de cuerpo presente que se le rindió en al patio central del Congreso del Estado; buen mensaje del gobernador Antonio Echevarría García y destaco el temple del “Turras” –su hijo Arturo Liberato– que a nombre de la familia –que con su voz un tanto quebrada por el obvio y entendible momento de enorme emotividad- agradeció a los poderes estatales la prodigalidad del sentido evento.
El diputado presidente Leopoldo Domínguez, hizo un singular recordatorio de las palabras de Liberato sobre un político ido; y me hizo recordar lo que decía a propósito de la responsabilidad de un hombre público; nos encontrábamos bajo la sombra de un árbol en el panteón del Grupo Alica, en el sepelio de Marco Antonio Fernández.
Junto al que esto escribe estábamos Rigoberto Ochoa Zaragoza y el ahora extinto; el comentario era obligado, los avatares finales y la conducta de Marco Antonio era el tema de la charla. Liberato señalaba con reciedumbre que “cuando un hombre encarna un proyecto político, de un partido, de muchos intereses sociales, ya no se pertenece a sí mismo, está obligado a cuidarse para concretar todas las aspiraciones que representa…”
Y sí, esa era, es, el pensamiento de los viejos políticos que asumían su rol con la enorme responsabilidad que implicaba esa especie de despersonalización, puesto que la novia permanente, la esposa exigente era la política, y de esa contextura fue epítome el caudillo Emilio “eme” González; de los cuales ya quedan solo dos, el “Cachi” Vallarta y Rigoberto.
Ayer por la mañana, a los minutos de conocerse su deceso, hablé con Rigoberto, y con su voz pausada, sentidas sus palabras, me dijo imo in pectore, “se pueden decir muchas cosas de Liberato, anecdóticas sobre su vida personal, pero fue un hombre extraordinariamente valioso para el Estado, para muchos políticos, pero creo sinceramente que el gobierno –el sistema- le quedó debiendo..”
En el accionar político dentro del PRI, tuve encuentros y desencuentros con Liberato, conocí su arribo al liderazgo de la sección XX luego de que el grupo “Renovador” de maestros -entre los cuales estuvo mi padre Jesús Salvador Palacios- lograra defenestrar el cacicazgo de los González Gallo, que a su triunfo le impusieron su salida de la entidad con una dirección técnica en Mazatlán Sinaloa.
Supo hacer del gremio magisterial una poderosa fuerza política partidaria que actuaba dotado de organicidad y eficiencia electoral, todos los gobiernos emanados del PRI fueron sus deudores, de ahí que en el esquema de las cuotas electorales, benefició a muchos –algunos lerdos y mal agradecidos- de su gremio con diputaciones federales, estatales, presidencias municipales, regidores y un largo etcétera.
Cuando el gobierno del bigotón Antonio Echevarría Domínguez, entró en temprana crisis política, fuerzas políticas se aglutinaron en rededor de Liberato, que de la noche a la mañana se vio convertido en el factótum de poder de la oposición, al grado tal que pudo ser la punta de lanza para defenestrar ese gobierno.
Recuerdo que en una reunión del Concejo político estatal del PRI, el ya extinto Salvador Sánchez Vázquez, insistía en todos los tonos que había que hacer lucha política permanente para “sacar del gobierno a este hijo de la tiznada…” a lo que Liberato –al final se opuso- socarronamente le pregunta “y tú, ¿con cuántos soldados vas a participar?”
El profe Liberato Montenegro Villa, no fue un líder que se extingue en sí mismo, su progenie es vasta, y en los Montenegro Ibarra existe una realidad política de variopintos escenarios; quizás uno de los políticos más elaborados, con reconocimientos nacionales en su gremio, con un futuro político inmediato lo sea Gerardo que habrá de construir otra historia de la dinastía.
El “jefe pluma blanca”, el profesor de La Mazata, fue de ésos hombres que fueron artífices de toda una cultura política, que le ha dado sustento a los gobiernos y a la sociedad, deja una historia personal sin escribir; en varias ocasiones en el desayuno semanal en el Club Campestre en el que participaba, se lo dije, que era necesario escribiera una semblanza de su vida y avatares políticos, siempre asentía e ignoro si lo hizo.
Una vida plena, con las singularidades de esos hombres públicos que hacen su propio tiempo, su propia moral con férreas determinaciones; encarnando valores colectivos que no discurren como los del común de la gente; una sólida columna del PRI y de nuestro sistema ha caído, ya no existen de esos hombres para que apuntalen a un sistema político en decadencia; hoy en estos tiempos de zozobra, de destrucción de las instituciones del Estado mexicano, nos van hacer falta y mucha, para la reconstrucción de este sufrido México. Ahí quedan sus hijos para enaltecer la simiente.
Descanse en paz, que los dioses buenos lo reciban como se merece; un abrazo solidario a su familia…
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