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Singular sororidad de las féminas
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¿Problemas de género o de capacidad profesional?
La semana anterior, se llevó a cabo en el patio central del Congreso, un inédito y singular acontecimiento, “Pacto de Mujeres en el Poder” que se abrió con el linchamiento político del Diputado local Luis Enrique Miramontes, el famoso “Pecas”, quién días antes, en la tribuna de la cámara de diputados, expresó cáusticos comentarios y exigencias a la presidente municipal de Tepic, Geraldine Ponce, quién no solo no respondió los señalamientos que le hizo el diputado de Morena.
Sino que se fue por la tangente, asumiendo que fue víctima de violencia política y que por tanto, presentará una “denuncia administrativa” en contra del legislador, cuyas expresiones no requieren prueba alguna, dado que son hechos notorios:
- Que el pillo de siete suelas Alejandro Galván, con el inexistente cargo de “secretario ejecutivo del gabinete municipal” es quién toma las decisiones de la comuna,
- Que las acciones del Siapa Tepic, de cortar suministro del agua a los deudores morosos, abriendo banquetas y cerrando drenajes, son ilegales, atentan contra los derechos humanos y las garantías de legalidad que establece la Carta Magna,
- Y que la ex reina de belleza se deje de frivolidades y se ponga a gobernar.
El perverso Galván y la edil del Ayuntamiento de Tepic, son ignorantes del marco legal que nos rige; el artículo 30 de la Constitución Política del Estado de Nayarit, establece a la letra
“Los Diputados son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.” De ahí su impertinente lance en contra del legislador Miramontes.
Alba Cristal Espinoza, la diputada presidente de la comisión de gobierno, propició la inopinada disculpa pública del diputado Miramontes, circunstancia que fue sin duda un exceso de sororidad de la letrada para con la ex reina de belleza.
(Sororidad es un neologismo que se emplea para referirse a la solidaridad entre mujeres en un contexto de discriminación sexual y violencia patriarcal)
Este pacto de las mujeres en el poder, constituye un exceso político de su empoderamiento; todos su puntos y reclamos, son un catálogo de aviesas intenciones que ya se encuentran sobre reguladas en el marco legal federal y estatal de protección a las mujeres; hoy, algunas diputadas en la tribuna, reclaman y exigen el cumplimiento estricto de la paridad de género, porque dicen “hay miles de mujeres preparadas y capacitadas para ocupar todo tipo de puestos..”.
Olvidan sus compromisos de la elemental lealtad que deben asumir para con el gobernante, que cuando candidato, a su petición –su súplica- les impulsó para llegar al congreso local; y ahora beligerantes están trastocando la dinámica de un gobierno consolidado.
En este escenario de entusiasta empoderamiento, vale recordar que todo lo que sucede en el escenario político, en la administración pública estatal, y municipales, no es un problema de género, sino que las exigencias del servicio público reclama la elemental capacitación profesional; por el hecho de ser mujeres, no siempre resultan aptas para la ahora difícil, elaborada y sofisticada posición ejecutiva del servicio público.
Pongamos por ejemplo la titularidad de la SEDER, ante la renuncia de su titular, ¿en dónde encontramos una ingeniero agrónomo, o médico veterinaria zootecnista, especialista en políticas agroindustriales, que tenga la suficiente experiencia y capacidad para asumir el reto de su titularidad..? ¿dónde..? la paridad de género siguen siendo una loable aspiración, empero, la realidad política se impone.
Recordemos que la primera expresión de la corrupción gubernamental, es asumir un cargo para el que él o la funcionario público no están capacitados para desarrollarlo.
En todo su catálogo de los posicionamientos en el documento leído al suscribir este “Pacto de Mujeres en el Poder”, sus redactoras, no pusieron ninguna letra que indicara que la sociedad está constituida por varones y mujeres, se asumen como una comunidad única en el desarrollo de la sociedad; no demandan paridad de oportunidades, implícitamente en su texto están demandando la exclusión de los varones.
No exploran las causas generadoras de la violencia de género, olvidan que son ellas, quienes en su rol de progenitoras, alientan el machismo de sus hijos, no han podido romper las cadenas de este flagelo; y olvidan que este panorama de exigencias y el posible futuro de concreción, se debe a políticos varones que asumieron con honestidad los tiempos nuevos de la sociedad global a la que México pertenece.
El Nayarit que hoy construye Miguel Ángel Navarro, reclama sin distingo de géneros, la activa participación de todos; y valdría la pena que consideren en su singular empoderamiento, que este tipo de lances, son políticamente incorrectos e impertinentes.
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