El incidente de marras tiene todo el sello del sátrapa; un magistrado que juega a servir a dos amos; al que lo puso y al que mediante una nueva servidumbre sirve de operador al fiscal; y en el escenario del círculo rojo, el grupo compacto pareciera que es el destinatario del lance punitivo, instrumentado como nunca en “fast track” en contra del amigo y cercano fedatario del jefe político de la entidad.
La “teoría del caso” nos lleva a la representante social que operó en primera instancia con diligencia inaudita, considerando que toodas las mesas de la fiscalía tienen un notorio rezago en los trámites que le son sustantivos; en segundo y fundamental lugar, tenemos al director responsable de toda la estructura de averiguación, cuya diligencia en el caso es igual que su inferior, cualquiera que sean sus motivaciones o justificaciones; exceso de trabajo, o le jugaron las contras sus inferiores para evidenciarlo con el jefe.
Detrás de todo el andamiaje judicial, está el contrato de prestación de servicios de unos clientes hijos del sátrapa que resultaron ser no solo clientes infieles o infidentes, sino infidentes y cómplices del avezado litigante que dijo, “esta es la mía, para que vean que chingón soy..”
Esta pudiera ser la interpretación lineal del incidente que ha cimbrado a la clase administradora del actual gobierno; y al interior del TSJ en el mar de magistrados hay un clima semi denso -de solaz soterrado- de que entre obedecen a quien ahí los puso y la incertidumbre de que no saben la magnitud de la posible respuesta del que ahora manda.
En lo particular, estimo que son dos las vertientes que nos explican el desaguisado; uno, que los enclaves del sátrapa en el poder judicial funcionan, que no cesa en jorobar al poder actual y que este escenario es permisivo por la falta de operación política de los elementales controles de quien debiera ser el responsable de la política interior del gabinete; no funciona, su presencia es, ser representante de utilería.
Y el corolario, de cara a la reciente experiencia de la ratificación por senectud del magistrado que anunciara el diputado presidente que “ese señor se vá” y que a la postre no se fue, que evidenció un descuido en el poder ejecutivo, luego que los Lauros anunciaron que sí deseaban ser evaluados; y que finalmente les cayó en claro, no pueden dejar suelto este escenario y este feo incidente les confirmó, lo importante que es para la marcha de este gobierno, las seguridades de la mínima lealtad en los mandos del poder judicial; o al menos que no sean ellos los torcedores de la ley.
Y desde luego revisar las lealtades en la fiscalía; o nó..?
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