DEMOCRACIA DIRECTA

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·      Versus democracia representativa
·      Problemas del adocenamiento de agentes

Es una vieja discusión entre los estudiosos del devenir socio político de nuestra sociedad occidental; desde los enciclopedistas franceses, como Montesquieu quien en “El espíritu de las leyes” defiende las virtudes de la democracia representativa, señalando que “la gran ventaja de los representantes es que tienen capacidad para discutir los asuntos; el pueblo en cambio no está preparado para esto, lo que constituye uno de los graves inconvenientes de la democracia” (Libro XI, capítulo VI)

En estos tiempos de cambios y de alternancias, nuestro país está inmerso en este debate, aunque no se hayan realizado exégesis públicas, dado que, el triunfo del actual movimiento que está en el poder presidencial, se debió precisamente que no estaba funcionando del todo el sistema político de la representación, ese fue el tema de la seducción que AMLO llevó en sus campañas que le dieron a la postre el triunfo electoral.

 

Y ahora desde el poder, ha estado buscando diversas formas para superar (sus) los problemas de gobernabilidad, es decir, buscan una democracia “no representativa” sino tener instituciones cuyos detentadores sean nombrados directos por “el pueblo” (como lo pretenden hacer con los funcionarios del poder judicial federal y de los estatales).

Al adoptar mecanismos que son propios del derecho privado se termina por destruir al propio sistema democrático actual que es “representativo, popular y federal”.
Incluso uno de los actuales pensadores del sistema republicano, Giovani  Sartori  pregunta a los “directistas” si los ciudadanos (o Juan Pueblo) que están llamados a decidir directamente sobre los asuntos públicos tienen los conocimientos necesarios para hacerlo. Los casos de legisladores federales, algunos gobernadores y ediles, son un paradigma de esta trascendental cuestión que está en el actual escenario político electoral.

Desde hace unos tres, cuatro lustros, personajes impresentables han llegado a las diputaciones locales, a las presidencias municipales, y ahora con la posibilidad de la reelección inmediata, vemos que decenas de estos funcionarios ya pidieron licencia –sin guardar las formas políticas de cada uno de sus partidos- e inician la jornada para obtener el visto bueno a sus intentos.

Por lo pronto el comité nacional de Morena tiene en un brete a todos los aspirantes en los puestos locales, ya que estableció que serán dados a conocer sus candidatos hasta el día 15 de abril, lo que deja a estos acelerados con 45 días sin sueldo y en las indefiniciones si serán o nó los abanderados.

Hoy la contienda política tiene singulares connotaciones como la enorme capacidad de manipulación que tienen los medios masivos de comunicación, la TV y la internet por señalar las más importantes, así los riesgos de llegar a una democracia directa se incrementa.

Desde este espacio, lo hemos manifestado desde hace añales, las claves están en el funcionamiento de los partidos, mientras en México no se exija y se aplique rigurosamente las normas que regulan su vida interna, cumpliendo con dos cuestiones mínimas, que sus dirigencias y sus nominaciones electorales sean electos de manera auténticamente democrática; mientras esto no suceda, seguiremos en peligro de acortar el Estado democrático que tiene instituciones para garantizar el equilibrio de poderes y exigirle rendición de cuentas claras, así como ponerle firmes límites al ejercicio discrecional del poder presidencial.

La opción de las candidaturas “independientes”  ha demostrado su inviabilidad, ya probaron su falta de adecuación en nuestro sistema.
Se impone decirlo, hemos de mejorar al pueblo o mejor dicho a quienes desean representarlo, no tener candidatos incultos, indecentes, vulgares y zafios; porque así como vamos, en breve tendríamos la perversa  y pedestre versión de la kakistocracia..!

¿Qué significa la palabra?
Kakistocracia, del griego κάκιστος (kàkistos), el peor y κράτος (kratos), gobierno, es un término utilizado en análisis y crítica política para designar un gobierno formado por los más ineptos (los más incompetentes, los menos calificados y los más cínicos) de un determinado grupo social.