- Comunicación política; sentimiento de adherencia
- Gobierno tipo bloque; plural e incluyente
- Avasalla al carecer de Némesis
Miguel Ángel Navarro Quintero, gobernador constitucional –en ciernes- del Estado de Nayarit, representa el epítome de la cultura del esfuerzo y del político tenaz e indoblegable; es el hombre que se requiere en este momento en que vive nuestra sociedad. Empero, al haber apabullado a sus adversarios en el resultado electoral, lejos de favorecerle, le ha generado una condición inédita que el propio pugüeño trata de corregir.
El triunfo electoral lo dejó sin adversarios, y el diseño de su política post electoral consistió en lograr acuerdos con todas las fuerzas políticas que representan los partidos en la entidad; mediáticamente lo logró, no hubo una sola voz discordante, dado que al manejar un lenguaje incluyente, con generalidades en las que todo mundo está de acuerdo, la percepción generada es la fortaleza de su figura como gobernante.
Es en este contexto, Miguel Ángel con su quehacer de proselitismo no tan solo a los partidos y sus dirigencias, sino a las cúpulas de entidades sindicales, gremiales y empresariales, que está desarrollando una política que recupera la capacidad de generar esperanzas en el inconsciente colectivo para hacer posible lo necesario y urgente lo que es posible.
La polarización política que se ha creado en el país desde el púlpito presidencial, conlleva una crisis política, permeada por el desencanto y la desilusión; la política ha dejado de ser la disciplina más elaborada que reclama a los mejores hombres y mujeres de esta sociedad, se ha puerilizado con el encono y la descalificación del adversario.
Sin embargo Navarro Quintero, no ha utilizado en su lenguaje cotidiano el término “adversarios”, sino que se ha elevado sobre las facciones partidarias y expresa que se basa no en los partidos sino en un reclamo social, que está por encima de la identidad partidaria.
La crisis que padece el país –por efectos de la pandemia- y por la incapacidad de darle respuestas viables el gobierno a sus gobernados, ha puesto en duda las tradicionales fuentes de inspiración y de ejecución de la comunicación política; de ahí la importancia de comunicar con valores como la sinceridad y transparencia, la empatía, sensibilidad, colaboración, humildad y ejemplaridad.
Atributos que despliega en su cotidiano discurrir el próximo gobernador del Estado.
Sin duda, estamos frente a una nueva forma de entender la comunicación política, de manera más útil y eficiente, pero también más democrática.
La política que practique como gobernante Miguel Ángel, debe recuperar el liderazgo moral de la sociedad frente al escepticismo y el encono o la soterrada inconformidad de sectores –como el de los Abogados litigantes- que el gobierno del Estado les ha pauperizado.
En la próxima administración se trata de liderar, no solo de administrar tragedias financieras y paliativos para los reclamantes.
El liderazgo que requiere Nayarit, tiene que ser capaz de recuperar la ilusión colectiva, de señalar los caminos hacia las oportunidades futuras y –sobre todo- de recuperar la confianza en las instituciones, anteponiendo la esperanza del bienestar a cualquier otro interés y conscientes de que las oportunidades solo cuando son comunes hacen la diferencia.
En este contexto, el gobierno de Navarro Quintero, corre el riesgo de avasallar al carecer de Némesis, ninguno de los candidatos derrotados se ha levantado para asumir protagonismo. Y al querer darle gusto a todo mundo, -es posible que le suceda entrando su gobierno lo que le ocurrió al caudillo Emilio “eme” González– con alguien tendrá que quedar mal, a alguien no le va a poder cumplir sus expectativas, y entonces…, veremos cómo responde y el cómo pasará de las palabras a los hechos.
Se inicia una nueva era en la política gubernamental de la entidad, sociológicamente trascendente, sin duda alguna.
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