Se ha dicho hasta la saciedad que los mexicanos tenemos varios tabúes; además de la virgen de Guadalupe, la selección de futbol, y otras naderías por el estilo, sin duda el más importante es el de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; nuestra carta magna, el documento rector de la vida nacional, que le da sentido, orden y orientación a la vida de las instituciones de los tres poderes y de todos los mexicanos.
Dado que es imposible vivir en un estado de excepción; no existe un espacio de extraterritorialidad en donde no aplique ni esté vigente la Constitución; nos da sentido como Estado, nos identifica como un pueblo con una cultura jurídica singular; y es el instrumento poderoso del gobierno en turno para afirmar su presencia hegemónica; es, nuestra Constitución un viejo documento, permanentemente reformado al calor de las intenciones de cada presidente, que lleva a cabo todas sus mutaciones, siempre bajo el superior argumento que es “por el interés de la patria” y de todos los mexicanos.
Cada presidente de la república, impone sus afanes modernizadores partiendo del texto constitucional; pareciera que entre más barroca o churrigueresca es la arquitectura que le impone, más compleja se transforma su vigencia y actualización; de aquel viejo texto del constituyente de Querétaro promulgado el 5 de febrero de 1917 queda muy poco.
Aquella vieja constitución fue la primera que incorporó los derechos sociales del individuo a un texto constitucional; fue la expresión de una serie de proyectos que enarbolaron las distintas facciones que iniciaron la revolución mexicana de 1910 y aquellos que triunfaron las llevaron a la nueva Carta, que tuvo como base la anterior constitución federal de 1857.
Bastantes y prolijos estudios se han llevado a cabo, y se siguen realizando, hoy, el texto actual difiere enormidades de aquella Carta, que fue hecha para un país que hoy ni por asomo somos..! las reformas que hoy le dan sentido, corresponden a un sociedad en ebullición y que ha ampliado sus espacios en el dominio de su propio destino, en detrimento del viejo ogro, del Estado protector, incluyente y represor selectivo.
Paulatinamente se fue desmantelando el Estado nacionalista para ser ahora el garante del corporativismo internacional, con una singular eutanasia de sus funciones protectoras, quedando el marco referencial para el dominio de los poderes fácticos, el duopolio televisivo, los dueños de los grandes consorcios y la especulación financiera de la banca internacional que clavó sus garras en la economía y sistema monetario que cada día es menos mexicano.
SIN CHOUVINISMO, ABIERTOS AL MUNDO
Una nación que dejó de ser el Estado chouvinista y que abrió al dominio del capitalismo mundial permitiendo que se desdibujara nuestra historia, tradiciones, cultura, lenguaje, política y economía; las reformas, las más trascendentales, son las de 1997, la de 2008, la del 2011 y apenas las últimas de diciembre de 2013 y las recientemente promulgadas por el presidente Peña Nieto.
Reforma fiscal, energética, laboral y política; la estructura de un nuevo país, que, a reserva de mejorar, sienta las bases de lo que siempre muchos mexicanos reclamábamos, menos gobierno, menos Estado y mayor sociedad; y en estas andamos, con nuevas generaciones ayunos de eso que tanto nos daba sentido y rumbo, la conciencia de pertenencia a un país, a una cultura, con una historia y pasado que nos era común, y de todo lo cual, no daba una plataforma para proyectarnos, un sentido de seguridades en la construcción de nuestro futuro, de nuestra patria chica.
Quizás, ya entramos al dintel de las sociedades avanzadas, más desarrolladas que la nuestra, en dónde la prevalencia de los “valores patrios y el sentimiento de nacionalismo mexicano” pasa a un segundo plano, al nivel del folklorismo, de la singularidad del souvenir.
Veo a muchos mecsicanos de las nuevas generaciones, ayunos de emoción histórica, ajenos a la historia y la grande cultura de todos los pueblos que heredamos y que ni siquiera se han percatado del cómo varias generaciones de nuestros ancestros recientes, construyeron esta gran nación.
Hoy que se conmemora el aniversario 97 de su promulgación, con esta Constitución Política cientos de veces renovada, masacrada a fuerza de tanto cambio y adiciones, vale la pena pensar en ello.
Ninguna sociedad puede vivir sin un ideal que la sostenga; ayudemos a que el nuestro no se difumine en la nada, en la ignorancia e incultura que hoy campea en el tejido social y en las nuevas generaciones de mexicanos…
¿Eso queríamos, nó..? más sociedad y menos gobierno…. Ahora chínguele para que la sociedad no se nos deshaga entre las manos…
Post scriptum.-
Menuda condición que prevalece en el escenario mediático de la ciudad capital y en otras latitudes; ahora con el uso de las redes sociales, cualquier bembo iletrado le da por ser crítico de todo lo que haga o deje de hacer el gobierno y sus funcionarios; atejonados y acobardados en su cubil son incapaces de asumir el compromiso de ser adversarios y opositores conforme a las reglas básicas de nuestro sistema.
Algunos de nuevo cuño, se caracterizan por ser iletrados con iniciativa, de rancios apellidos de ascendencia eslava y motejados de “locos” desde universitarios. Puerilidad extrema, espontaneísmo vulgar; pendejos con iniciativa pues…
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