Por Luis Ignacio Palacios
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Frustraciones sociales
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Precariedad jurídica política
Durante la pandemia en el 2020, en todas las sociedades se sufrió las consecuencias sociales, afectivas que trajo consigo el aislamiento frente a los contagios; se vivieron ansiedades depresivas y persecutorias. Fue la pérdida de una forma de vida por la anulación de los encuentros afectivos, amorosos y sexuales, tal como los vivíamos previamente al coronavirus, todo ello trajo el efecto de entristecer a la mente y a nuestros cuerpos.
Hubo miedo y el terror a la enfermedad, a la muerte propia y de los seres queridos, como así también la amenaza de los conflictos sociales por venir, fue un fondo paranoico que veíamos cercano.
Luego de las vacunas, la recuperación colectiva de las naciones, en México, ha sucedido un extraño fenómeno social-jurídico-político, lo que debiera de haber aparecido, un nuevo optimismo social para levantarnos de nuestras desgracias colectivas, se trocó en una actitud de valemadrismo en los estratos sociales, ante la mediocridad de las respuestas del Estado, que esperaban una mejor dirección en los órdenes de gobierno.
Pareciera que la divisa en el gobierno de la república, fue el de ampliar la tácita actitud permisiva a los grupos delincuencias, para que hincaran aún más profundo sus garras criminales en las actividades económicas de los mexicanos; eso por un lado y por el otro, apareció en el mesías tropical el “síndrome de Pompeya”, es decir, hay que destruir todo atisbo de vida democrática.
Todas las acciones del gobierno de la república fueron incubadas en estos dos años previos a las elecciones del 2 de junio; y con este inesperado triunfo que apabulla toda expresión de pluralidad y decencia política, ya sin pudores, con la zafiedad extrema que les es consustancial, el atajo de legisladores toman nuevo brío ante el fracaso y lo inservible de dirigentes y partidos de oposición, y se aprestan a operar la ordalía que corroe las estructuras de pesos y contrapesos del sistema democrático del Estado de Derecho que apenas balbuceaba.
Le faltó tiempo para madurar; se carecen de cuadros emergentes que sean los líderes de una sociedad que tiene una frustración y un desánimo colectivo.
Este desánimo quita la fuerza de los anhelos por lograr algo, dejar de esforzarse. El desánimo genera un estado negativo, en el que la visión de la vida se tiñe de un intenso color gris oscuro. El gran problema es que se inocula de forma inconsciente, y es muy contagioso, siendo muy alto el riesgo de que el desanimado con el que compartimos nuestra vida, en cualquiera de sus facetas, hogar, trabajo, vida social o política, logre convencernos de su manera de ver la vida.
En nuestro país el desánimo cunde por doquier, envolviendo el pesimismo toda la actividad, invadiéndonos con un halo de amargura. La desilusión y la tristeza se apoderan de cualquier ambiente. En este estado de cosas, es muy difícil alcanzar la sensación de optimismo; en estos momentos lo que mejor se sabe hacer en México es estar preparado para lo peor, ya que, así como vamos es muy difícil superar las adversidades y los avatares del presente.
Tarde se avivó la SCJN y los organismos autónomos para entrar a difundir y hacer publicidad de sus actividades sustantivas, en las redes, en el sistema de radio; ya valió un cacahuate; los legisladores de Morena 0000sepultan –y además estólidamente festivos, con estulticia revanchista- el sistema político democrático como lo conocimos que durante lustros costó enormidades a las sociedad y a los gobiernos construir.
En este ambiente de generalizado pesimismo es en el que la administración de Justicia y su organización están afrontando uno de los mayores cambios en la historia de su existencia; para impedirlo no existen instrumentos legislativos adecuados, impulso político, etc.; se requiere una fuerte implicación de todos los actores de la misma, y los momentos son difíciles, ellos tienen el sartén por el mango y el mango también.
Y para acabarla, en esta aldea que se llama Nayarit, el partido verde que sigue siendo una “merde”, obliga a sus legisladoras recién electas de la XXXIV legislatura a renunciar, la titular, luego la suplente y las que siguen por que deberá llegar un estúpido varón a representar los intereses de esta franquicia, demostrando una vez más que este y otros partidos son y seguirán siendo unas rémoras del sistema político.
Ante este lúgubre panorama, ¿cómo..? ¿cómo caraxxos sacar entusiasmo para enfrentar los retos de vivir en una sociedad como la nuestra..?
No existen estímulos.., se incuba el huevo de la serpiente…, si, del fascismo, con narcos y militares entronizados contra el inerme ciudadano y con los legisladores de Morena revive el grito de “¡Muera la inteligencia!”, frase del general Astray, aquel tartufo español que irrumpió a balazos en las Cortes.
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