Por Luis Ignacio Palacios
  • Se difumina el pasado común

  • Se agotan los símbolos patrios

Septiembre, mes de la Patria..! así con mayúsculas, el fervor patrio inculcado en las escuelas públicas de los años cincuentas del siglo pasado, cuando la construcción del nacionalismo mexicano, hacía énfasis en el respeto y el amor a los símbolos patrios; que, con licencias literarias dimensionaron la epopeya de la independencia de México, basamento de una cultura que nos dio prez y signos distintivos en el concierto de naciones, rasgos de identidad frente al poderoso vecino del norte.

Recuerdo con nostalgia, las fiestas patrias en las escuelas primarias, en donde declamé decenas –quizás cientos- de poemas épicos a los héroes que nos dieron patria; en Tepic, las idas a la plaza de los constituyentes a escuchar el grito y  tremolar la bandera nacional por el gobernador desde el balcón de palacio; y luego el castillo, el torito y las vagancias de los muchachos que en ocasiones acababa con una guerra a elotazos.

De niño, de joven, de adulto, hijo de profes de educación primaria, que nos tocó andar en muchos pueblos rurales, sentía con plena certidumbre el sentimiento íntimo de pertenecer a la nación mexicana; mi primera fiesta mexicana en el extranjero fue en San Antonio Texas, en USA- bañada con tequila con una familia de los mexicanos originales que ahí se quedaron cuando el extensionismo yanqui se robó este ubérrimo territorio.                                                                                                                                                                                                  Dos ocasiones en Palacio de Gobierno en Guadalajara, con el gobernador que había sido nuestro catedrático en la Facultad de Derecho, ceremonia del grito, marichis en serio, comida y bebida para impresionar al cuerpo de cónsules acreditado.

Y Palacio de Gobierno con el Gobernador Gómez Reyes una ocasión, y otra con el gobierno de Rogelio Flores Curiel; todo el sexenio del caudillo Emilio “eme” González; festejos populares, genuinos y con las efusivas manifestaciones del pópulo, con el sentido de pertenencia a su país a sus símbolos; cantar el himno nacional con sentimiento.

Un festejo muy singular, fue con Tere en la plaza principal de Guatemala, con los festejos patrios que coinciden con el nuestro, unos cuantos mexicanos entre los miles de turistas europeos y japoneses que pululaban en los puestos de antojitos y con sendos pomos de tequila en mano.

Y otras fiestas únicas en San Miguel de Allende –con Tere, Veshalica y Abby- en dónde la mexicanidad se respiraba en todas sus calles, sus barecitos y restaurantes llenos de extranjeros y miles de mexicanos en las calles, cantando todo lo de José Alfredo Jiménez; nunca he vuelo a probar unos chiles en nogada como aquellos de una joven cocinera mexicana.

Y claro, el inigualable festejo en Palacio Nacional en el segundo grito del presidente Luis Echeverría, donde José Angel Cerón y Roberto Lomelí –llevados por Celso Delgado- daban el tinte juvenil irreverente, ricos antojitos y aguas frescas en todos los pasillos y muy discretas las bebidas; efusivos festejos..! la ciudad de México inigualable en esos días patrios, se podía transitar por el centro hasta la madrugada sin riesgos.

Ese México nacionalista, hoy vilipendiado ya no existe; y los sentimientos de mexicanidad han caído en desuso; el distanciamiento y la falta de interlocución de nuestros gobernantes con la inteligencia mexicana ha dimensionado nuevas generaciones de mexicanos ayunos de mexicanidad, la clase política no tiene clase,  ayunos de cultura, de sentimientos de solidaridad se difumaron en la grave, gravísima división que han hecho en la sociedad mexicana .

Y este próximo día quince no gritaré “Viva México.!” Sino con toda el alma hemos de gritar  “QUE ¡¡REVIVA MÉXICO CHINGADO..!!”


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Incursiona en géneros periodísticos, hace reportajes e investigación; es abogado, en “La Voz de Nayarit” como analista político. Los avatares del periodismo de opinión lo llevan al extinto “El Nayar”; posteriormente al revivir el diario como “Meridiano” es uno de sus columnistas principales. El gobierno de Celso Delgado y las organizaciones de periodistas le entregan el Premio Estatal de Periodismo 1993 en la modalidad de “Crónica”. Hace treinta y cinco años nace el periódico regional “Avance” y desde entonces es miembro de su página editorial como analista político. Pionero en Nayarit de periodismo en Internet, publica una página en la web “Crónicas del Sexenio”; se muda un par de años a Nuevo Vallarta y publica en los periódicos “Vallarta Opina” y “Nayarit Opina”. De regreso a Tepic incursiona en la Televisión pública como analista político. Establece una Consultoría Jurídica-Política y retoma el espacio en Internet, como periodista de opinión y reportero entrevistador.