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Darle viabilidad a la república
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Posible colapso de finanzas públicas
Hubo un dejo de tristeza en los mensajes navideños de las autoridades mexicanas, porque la república mexicana está colapsada; el sistema que entronizó a un populismo galopante ya redujo al mínimo los recursos del Estado mexicano.
En su segunda versión se ha radicalizado y con chapuzas electorales, la complicidad del INE y de la sala superior del Tribunal federal electoral, lograron lo imposible, una descomunal sobre representación en el legislativo federal que les ha permitido modificar sin pudor alguno la carta magna con horrísimas e rocambolescas adiciones.
El cambio de régimen lleva a México hacia un inconveniente autoritarismo, que acota derechos humanos y estructuras jurídicas que reducen el margen de maniobra política de los ciudadanos, fortalecen al poder ejecutivo federal al desaparecer los órganos independientes de control y de rendición de cuentas y las entidades que dejan, están sometidas de manera ignominiosa a esta absorvente aplanadora del Estado.
Una clave del éxito político de AMLO, fue que se nos vendió como un demócrata de izquierda; ya en el poder reveló su verdadera orientación política, sus acciones nos muestran a un populista de una puritana y conservadora derecha.
Siendo honestos en la lectura de su narrativa y de su regenta la presidente Claudia Sheimbaun, el ideal conductor es el priísmo autoritario de los años sesenta; y de ahí colegimos que la “cuarta transformación” y su segundo piso, es un auténtico retroceso a esta etapa histórica que parecía ya superada, empero aunado ahora con enormes riesgos políticos, económicos y delincuenciales que ello implica.
A contrario de la permisividad actual, los gobiernos del PRI tuvieron al narco en sus reductos, se dedicaban a lo suyo y no intervenían en las elecciones ni en ciclos de la economía primaria del país. Hoy tienen presidentes municipales, gobernadores, diputados y senadores de la república. E imponen precios en la pesca de zonas estuarinas, al agave, a la producción de cítricos, a la venta de ganado y en los expendios de bebidas alcohólicas, amén de que controlan –al menos en la entidad- todas las fiestas religiosas y ejidales.
En el estado actual, la mayoría de los ciudadanos se encuentran sumidos en un amargo descontento; ya que dominó la lógica perversa que nos decía que a México con los gobiernos del PRI y PAN era imposible que le fuera peor; y, jodidos que estamos se arriesgaron a darle respaldo electoral a las promesas populistas que vienen con un arcaico tufo chovinista.
Este retropopulismo impone una mansedumbre y un importamadrismo a enormes conglomerados de la población mexicana; sin opciones políticas reales, al difuminar y reducir al mínimo los partidos políticos ahora de oposición, se desemboca en el fortalecimiento del modelo populista que impone a la economía lastres, y formas de producción arcaicas e ineficientes.
Lo más grave del caso mexicano es que este populismo dividió a la sociedad, emerge como benefactor del pueblo y se contrasta con el pasado –al que califica- todo oprobioso de los regímenes anteriores.
Reduce la economía política a un problema moral, ya que al imponer su posición política maniquea que solo distingue los buenos de los malos, ha impuesto en México una polarización artificial que les funciona.! En una sociedad como la nuestra tan compleja y llena de matices.
En lo local, el gobierno consolidado de Miguel Ángel enfrenta los reflujos de sus draconianas medidas políticas, legislativas y judiciales; con el deterioro mayúsculo del poder judicial, con una pasividad extrema del legislativo; y con las amenazas desde poder ejecutivo federal, que ahora ya lo anunciaron públicamente, el recorte de varios miles de millones de pesos del PEF, que le impone dificultades en la operación del presupuesto de egresos estatal.
Se impone renovar la interlocución con periodistas, escritores y columnistas, que somos gente informada, lectora, educada y curiosos que exploramos el devenir de la sociedad y de los gobiernos y que, lo único a lo que aspiramos es modular la opinión pública, y aportar para que los gobiernos funcionen en sus responsabilidades sustantivas.
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