Contra todos los mensajes mediáticos previos, que mandaron los dos gobernadores, Roberto Sandoval y Toño Echevarría, luego de salir electo y en ciernes de asumir su mandato, apareciendo sonrientes en palacio y declarando el inicio de la entrega recepción en los mejores términos posibles; con lo que ambos entienden de urbanidad política, pese a ello, iniciando su mandato, el novel gobernador se ha dedicado desde entonces a mantener un dictum de permanente descalificación.
Pero no solo eso, a las descalificaciones y epítetos de corruptos, que dejaron un Nayarit “destruido”, va implícita la auto alabanza, con el melodramático “nosotros si somos honestos; nosotros no somos corruptos”; este accionar que tiene un mucho de mediático y poco accionar judicial o administrativo en contra del ex gobernador y sus funcionarios, le ha impedido su natural y lógico posicionamiento en el imaginario colectivo social, en la obviedad que significa su propia hegemonía política.
Hegemonía que –dice el librito de la ciencia política- debe ir acompañada de una bien diseñada comunicación política, con ejes programáticos que determinen el todo del accionar de las entidades del gobierno del Estado; cuestión que no ha sido concretado, por la novatez y falta de oficio de sus funcionarios, la pésima comunicación social y la precaria operación política de los funcionarios de una administración gubernamental que están obligados a inter actuar con todos los medios.
Tantos cambios de funcionarios, equiparable al cambio de humor del gobernante y de su círculo rojo, han dimensionado una administración que rápidamente ante la sociedad, perdió su legitimidad política obtenida en el resultado abrumador de los votos que lo hicieron gobierno.
LOS DEBERES
Un gobernador no puede darse el lujo de crear adversarios, no debe abrir frentes de confronta en contra de quienes le critican; debe elevarse sobre las contiendas de gremios o de grupos políticos, y armonizar la interacción social y las luchas que se expresan por la apropiación del producto social de nuestra entidad.
Está obligado a mantener la paz pública, a mantener eficiencia en el aparato de procuración y administración de justicia, la seguridad alterada por la delincuencia, ejerciendo políticas eficaces de disuasión contra los grupos delincuenciales; y a promover al desarrollo de nuestras vocaciones productivas.
Y ahora, de cara al balance del primer –y accidentado- año de ejercicio, Toño Echevarría está conminado a hacer un ejercicio honesto de autocrítica; debe decir quizás por última vez, la realidad financiera y administrativa que heredó, y ya, sepultar de su discurso cotidiano el ejercicio de denostación contra el pasado.
Pero sobre todo, debe informar qué ha hecho; y qué no ha podido hacer y por qué no ha podido, ¿incapacidad profesional de sus funcionarios?, o se desconoce el complicado entramado para ejercer recursos del gobierno federal.
LOS ACTIVOS
Pese a la nulidad que tiene en la dirección general, hemos constatado que la entidad del gobierno estatal que obtiene reconocimientos y no le escatiman buenos calificativos es el sistema DIF estatal, cuya presidenta María Luisa Aguirre Solís, ha consolidado su presencia, primero por la forma en que impidió la creación de una servidumbre política en su territorio; y segundo, por la adecuada conducción en sus tareas humanitarias, merced a su carácter sencillo y sin la consabida afectación del boato del quehacer gubernamental.
Ahora que tienen a su cargo el programa de entrega de despensas a las personas de pobreza extrema, el ABC –alimentación básica completa- que cubre a 16 mil familias, le ha impreso una mística de trabajo singular, sin tintes partidarios y sin los apoyos de funcionarios y personal de confianza del gabinete gubernamental, como lo hizo el anterior gobierno; los empleados responsables de la distribución de las despensas, de veras se esfuerzan para cumplir su cometido.
El permanecer con un bajo perfil ante los reflectores de los medios y al no inducir en medios alabanzas vacuas y propias de la cursilería que preconiza uno de los personajes más siniestros –EHQ-que tiene cerca el gobernante, manteniendo una pulcra independencia del chismorreo que se genera en el círculo rojo de Toño, su presencia sin duda, es el mejor activo con que cuenta el gobierno estatal.
Petronilo Díaz Ponce, el fiscal general se ha desempeñado en el peor de los territorios posibles, los enclaves delincuenciales al interior de la dependencia que preside determinaban la discriminación de las acciones sustantivas en la procuración de justicia, le ha costado mucho trabajo enderezar el barco y hoy, pese a todas las limitaciones presupuestales que son innegables, está desarrollando con pulcritud su difícil encomienda. Es el mejor calificado de los hombres del gabinete.
José Antonio Serrano Guzmán, apenas estuvo un mes en la sub secretaría de gobierno; y pasó con los mejores pronósticos a ocupar la silla que dejó Jorge Aníbal Montenegro, su presencia como operador hacia el interior del gabinete despertó incógnitas, si le iban o no a obedecer los secretarios y si podía contrarrestar la frivolidad extrema y la insubstancialidad que permea desde el círculo rojo de los amigos del gobernante.
Ha demostrado que puede con el paquete, le está dando solidez y seriedad a la conducción gubernamental.
Jorge Benito, acaba de llegar a la secretaría de seguridad pública, fue bien recibido por la comentocracia local, casa nada fácil, está dando resultados al reordenar el interior de la dependencia a su cargo e iniciando el despliegue de una política de contención a grupos delincuenciales.
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