Por Luis Ignacio Palacios
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Aquel coloquio de Celso Delgado de 1992
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No resolvieron la duda histórica
Los que nacimos a mediados del siglo pasado, tuvimos la extraordinaria experiencia de ir a San Blas y saberlo que era nuestro; un sentido de pertenencia que no lo encontramos ahora, merced a la diversidad de personas extranjeras que radican en nuestros pueblos turísticos. La llegada de las caravas de estadounidenses y canadienses que con sus camper´s pasaban por Tepic y se estacionaban en los amplios solares que estaban delante del famoso “Coco Loco” y que ya a finales de los sesentas se abrió el fabuloso Congal “El Mezcalito”.
Pero aquel coloquio que organizó en septiembre de 1992 el gobierno del tribuno, con el cacique del Colegio Jalisco, mi amigo José María Muriá y la UNAM, nos trajo conferencistas de los titulares de los museos marítimos de Portugal, de España y de la Florida USA; y la excelente ponencia de mi admirado Miguel León Portilla. Fue un verdadero florilegio de historia y de cultura sobre lo que significó el puerto de San Blas en la conquista de las Californias y la gran actividad económica comercial que hizo de Tepic y de Guadalajara unas metrópolis.
El asunto es que los conferencistas no atinaron del todo a explicar el porqué súbitamente decayó la preponderancia del puerto. Hubo una poderosa razón histórica, que el escriba descubrió en los archivos de la Gran Logia Occidental de Guadalajara y con Don Miguel León Portilla. Muerto Juárez, ese santo laico que fue Sebastián Lerdo de Tejada, como presidente de la SCJN o ministro de Justicia, asume la presidencia por ministerio de Ley.
Y decreta el cierre de la Aduana de San Blas..! por causas políticas..! de otra manera no se explica porque cierra el acceso de la Nao de China, los barcos que venían de China y de Filipinas de las mercancías que llegaban y el tráfico de personas que fortalecían la economía de Tepic y de Guanatos.
Ordena el cierre de la aduana, porque el cacique que dominaba la región nunca pudo ser derrotado por el gobierno de la república; sí a Manuel Lozada le pelaron los dientes una y otra vez, ni Ramón Corona pudo con el Tigre de Álica, y además, había protegido al insurrecto Porfirio Díaz que había huido de la capital cuando fue derrotado en las elecciones posteriores a la muerte de Juárez, que ganó Lerdo de Tejada.
Sin duda San Blas merece otra oportunidad; ahora con el segundo mandato municipal de Pepe Barajas, ya con experiencia en el manejo de su administración municipal, puede considerar la procedencia de celebrar un nuevo Simpsium histórico, gastronómico para resolver aquellos enigmas históricos que quedaron pendientes hace 32 años en el excelente evento que hizo el entonces gobernante Celso Delgado.
Cierro esta remembranza con la anécdota de la cena en la plaza en el cierre de las conferencias, con todas las mesas de los invitados, que degustábamos los sabrosísimos sopes de ostión que nos llevaban los amanerados cocineros de los restaurantes aledaños a la plaza. Fito Méndez, el jefe de ayudantes de Celso, los alejaba para que no llegaran a la mesa que presidía el gobernador, hasta que unos dos se le colaron le dejaron dos bandejas pletóricas de sopes.
A un par de mesas estaba el escriba con el vate Octavio Campa Bonilla, a quien le dije “cuántos sopes crees que se coma Celso…? – y me dice “pues unos diez, doce cuando mucho..” –le espeto y le digo “que apuestas a que se come más de veinte..” -500 pesos dijo.
Y helos ahí, el escriba y el poeta, contando los sopes de ostión que Celsito se zampaba calmada y circunspectamente junto a sus invitados; luego de 15, empezamos a contar…, 18.., 20.., 22.., 24…, 25 …!!
El vate sacó su cartera y me pagó los 500 pesos apostados; y socarrón me dice “inche Celso..! que tragón me resultó..!”
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