El doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, ha seguido una singular ruta desde hace meses para lograr un significativo espacio entre los aspirantes al gobierno del Estado, sorprende a la policía política del Estado mexicano, el cómo sigue en ascenso en los sondeos y mediciones demoscópicas que cotidianamente hacen en la entidad.
Frente la histeria, casi esquizofrenia de los corifeos de los precandidatos de la derecha, que se ve apoyada por lo que queda de la curiosa izquierda perrediana, ante el lógico ascenso del candidato del Pri, las expresiones del abanderado de Morena, se han radicalizado, de aquel discurso suave, de palabras justas, de reclamos sociales nada estridentes, se ha trocado en el recio lenguaje de decir las cosas tal cual son y de llamarlas por su nombre.
Hace un par de semanas que platiqué con mi amigo el doctor Navarro, le señalé el hecho que ya es notorio, evolucionó luego de un largo periplo por toda la entidad, es ahora la voz de quienes no tienen; tiene en su dictum el coraje soterrado de miles de gentes que escucha y le han escuchado ya, sus duros diagnósticos que no se comparan con los que hizo Antonio en su reciente desayuno conmemorativo de su lucha por el poder.
Y en las últimas comunicaciones públicas que hace Miguel Ángel, me llama la atención ésta, que con el lenguaje coloquial de los hombres de Puga dice que no es “ni agachón ni corrupto”; así lo informa su oficina de prensa:
“Reunido con familias, con mujeres líderes y con la estructura en Tepic de MORENA, el representante estatal de este partido, Dr. Miguel Ángel Navarro Quintero les habló del proyecto nacional que encabeza Andrés Manuel López Obrador, para regenerar el país, y “vamos a empezar en Nayarit, donde revolucionaremos una nueva forma de gobernar, sin ver derechas o izquierdas, y sin fanatismos partidistas, sino viendo causas sociales que se pueden enarbolar desde cualquier trinchera”
La sociedad insatisfecha, despojada, discriminada y aplastada en sus aspiraciones sociales, porque la inconformidad llega a ese grado, y los gobernantes no tienen el compromiso de resolver los problemas. Al pueblo se le debe respetar, no humillar, porque la simulación y la hipocresía no deberían existir. Los gobernadores quieren justificar sus ausencias con un discurso.
Navarro Quintero señaló que en los hogares no hay para el medicamento, para la luz, el gas, para sobrevivir. Gente que trabaja hoy en hectáreas que antes era de ellos, y que no las vendieron por la pobreza, sino porque se las quitaron. Hay que enfrentar la realidad del pueblo, sentirla, resolverla.
La nueva adicción de los políticos es robar. Mientras el político se enriquece el pueblo cada días más se empobrece. Ya basta de gobernantes y funcionarios que lastiman a la sociedad con sus riquezas deslumbrantes, porque muchos terminan con ranchos, casonas, mandan sus hijos al extranjero, tienen empresas que hicieron con dinero del pueblo.
Hay dos cosas que como político no me pueden imputar- dijo-, ni de agachón ni de corrupto. Como legislador, apunta Navarro Quintero, yo hice el Seguro Popular en el país, si no funciona yo no tengo la culpa que se roben el dinero los gobernadores; obras en el sector salud, miles de plazas y los hechos ahí están. Generé más de 5 mil plazas, créditos más de 10 mil, “en el primer momento que me digan que pedí un cinco por obra, plaza o gestión, me voy. No soy corrupto. No soy de los que dicen sí señor a los que traicionan una causa social”.
Como se presenta el escenario pre electoral, la contienda por la gubernatura, si se sigue el rito de los partidos, sin la convenenciera concreción de la alianza que ya es costumbre de derecha e izquierda, quedarán solo dos opciones para el electorado que en unos cuantos meses decidirá, entre la opción que nace de seno de la ciudadanía y la recomposición del partido en el poder, que, frente a las agresiones del exterior, está capitalizando el nacionalismo que siempre han encarnado.
Cuestiones de ideologías, de historias bien contadas; y, sobre todo del que tenga la mejor capacidad de movilización de sus estructuras de tierra a la hora buena de los votos, donde el talento y la inteligencia del diseño de campaña, la creación del ejército de tierra y sobre todo, la derrama de recursos, serán determinantes para la victoria electoral.
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