Me cuentan las voces de los trascendidos del círculo rojo del joven empresario que funge como gobernador del Estado, que se solazan con la instrumentación de sus venganzas privadas, gente cercana que pese a todo, mantiene ese vínculo de secrecía y de complicidades en el ejercicio del poder, algunos de éstos si se hiciesen públicos, serían inverosímiles.
Para un observador que no tenga filia alguna, con la simple visión del mexicano común, este gobierno, el de Toño Echevarría García, está “salado”, por todas las desafortunadas acciones y eventos que les han ocurrido, tienen una mala suerte que les es imposible ocultar.
De entrada el talante del gobernante, rijoso, desconfiado y apriorísticamente crítico de todo aquel que no esté con el modo de llevar su administración; sus íntimos, y ahora colaboradores, son elusivos, cicateros, ignorantes y no tienen un ápice de urbanidad política para desempeñarse en las delicadas responsabilidades en que se encuentran.
El desencanto de sus votantes ahí está, se pueden contar con los dedos de la mano quienes ahora se sientan orgullosos y satisfechos de esta administración. Se saben no aceptados, huyen de la interlocución con medios y ciudadanos, gustan solo de estar entre ellos, de ahí su misantropía.
Las instituciones del poder, por su propia dinámica funcionan, el rasgo característico de los hombres del poder es el desdén, la mala educación, su pasión por la tenebra, viendo conjuros en su contra donde solo existe la desilusión por su impericia; no existe brillo, empatía, nada que les atraiga adhesiones ciudadanas.
Siendo un gobierno consolidado, no tienen pudor alguno para llevar a cabo intrusiones en las dependencias que son competencia de los otros poderes; y algunos que tienen dubitaciones sobre su estilo de vida alternativo, no se percatan de la grave servidumbre que les dejó Roberto Sandoval con su ejército de odaliscas incrustadas en puestos claves.
Otros, ahora jefes y directores, aprovechan el ejercicio del poder para la obtención de favores sexuales, que, sin su actual posición difícilmente los tendrían; la puerilidad y el agandalle del funcionario llevada al grado extremo.
Empero, la mezquindad va de la mano de la cicatería, y el último ejemplo lo tenemos con el escamoteo de los recursos que Juan Luis Chumacero, secretario de administración y finanzas, le hace al poder judicial, y trascienden las voces en sus pasillos y dependencias de que el jineteo de los recursos federales está a todo lo que da en sucursales bancarias de la ciudad de Guadalajara.
Es un gobierno que desde su entorno se aprecia la opacidad, no hablan de cara a los medios, no informan con pulcritud, se han dado fraudes bancarios, como el de su compadre, corrupción inocultable, homicidios en contra de periodistas, infartos de personitas delicadas; muertes de amigos y colaboradores por irresponsable alcoholismo, duplicidad de funciones para favorecer a los favoritos de finanzas y una retahíla de inconsecuencias que mantienen al gobierno alejado de la sociedad, de sus voces prevalecientes, con su olímpico desprecio por los medios.
Son una soberana decepción, sin decencia política, abjuran de su panismo impostado y ahora buscan la protección del paraguas de AMLO, el presidente de la república que con su ignorancia, incapacidades y falto de oficio para llevar adelante al país, nos lleva al despeñadero, destruyendo el patrimonio del Estado mexicano y sumiendo a la economía del país en la peor de sus espectativas.
Tal para cual..! como dijera mi abuela, nunca falta un roto para un descosido…
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