Antes de la evolución de las normas que le dan sustento a los órdenes de gobierno; en nuestro sistema jurídico político, la tesis de pesos y contrapesos entre los tres poderes, el formato de equilibrios que permite el accionar de las instituciones públicas, las cosas funcionaban de maravilla, la ley, el marco legal establecía una cosa y el gobernante hacía otra, la que le daba su regalada gana y le permitía la satisfacción de sus apetitos inmediatos en el ejercicio del poder.
Era el poder judicial, el pato feo en todo el largo milenio de los gobiernos priístas, era un añadido a la potestad hegemónica del gobernante en turno, con sueldos modestos y dudas de su legitimación constitucional, hasta que llegó la presidencia de Miguel de la Madrid quien reformó más de la mitad del texto de Querétaro, y les dio forma y estructura constitucional a los poderes judiciales de los Estados.
La carta local y las leyes orgánicas de los poderes así lo establecieron, dos legislaturas de 3 años y un poder judicial de 6, el mismo lapso del periodo del gobernante; era una cuestión sabida, obedecida y nunca discutida.
Tuvo que llegar el engendro de doña Carmen a gobernador, para que en su ambición desmedida, sin pudor y freno alguno, llevara a cabo la reforma constitucional inaudita, con el pretexto de las nuevas jurisdicciones crearon un aparato mayúsculo en el tribunal superior de justicia, y se apartaron de la dinámica nacional que estableció que el concejo de la judicatura, tendría un representante del poder ejecutivo y otro del legislativo.
Con un congreso a modo, y una sociedad apática, con organizaciones de Notarios y Abogados sometidos a la voluntad del sátrapa de la Mololoa, el poder judicial de Nayarit, creció en magistrados y trajo desequilibrios en el presupuesto de egresos, sin que se midiera el impacto a futuro para los ingresos del personal de la primera instancia y las entidades administrativas; la perversidad de ney gonzález, le llevó a establecer el manto de impunidad judicial no solo al sexenio inmediato, sino a dos..! y dadas las características de la otra reforma, aún tiene la vigencia de su poder judicial, en un tercer mandato gubernamental.
El artífice de la reforma constitucional, el talentoso Pedro Antonio Enríquez no tuvo óbice para establecer una sana relación política con el sucesor de su jefe político; Roberto Sandoval, un político pragmático que no se metía en berenjenales, supo mantener al poder judicial funcionando, aunque sin mejorar sus egresos, pese a la nueva carga del sistema penal acusatorio y oral.
EL FIN DEL CICLO
Pedro Antonio, a la llegada de Toño Echevarría García, tuvo serios diferendos con el bisoño gobernador, producto de la precaria actuación del Abogado de su padre, quién con todo el dinero del mundo no ha podido controlar los apetitos de la nutrióloga, cuyo Abogado exhibe ante los notarios de todo el Estado e instituciones registrales, los avatares del pleito judicial mal llevado.
Ante los lances judiciales, que exhiben la riqueza y esculcan los movimientos de inmuebles del bigotón, tanto el novel gobernador como su cuñado Daniel Saucedo establecido como curador del poder judicial, no exclaman “pinche juez..!” o “pinche Abogado tan pendejo..!” no, desde luego, con la cultura del sometimiento a lo que están acostumbrados expresaron: “pinche poder judicial..!” y el gobernante en la necesaria interlocución con el poder judicial, sin urbanidad política, puso cara de tragar sapos en la reunión de la Conatrib en Nuevo Vallarta y expresó acusaciones en contra de jueces y magistrados sin tener las pruebas documentales del caso.
Pedro Antonio Enríquez, optó por la mesura, pudiendo tener una sana confrota para deslindar los hechos y las responsabilidades, tanto judiciales como políticas; no lo hizo y le produjo mella en el cierre de su segundo periodo de cuatro años como presidente del TSJ y del CEJ.
Hoy, luego de un intento de independencia política de algunos diputados, se aprobó la contra reforma al poder judicial, con las peculiaridades que así le conviene al gobernante en turno; nada tiene de raro, descabeza el modelo del desalmado gobernador gonzález e impone el suyo; tiene en el congreso, la eficacia y el talento de Polo Domínguez el diputado presidente de la XXXII legislatura para remodelar la carta local.
Nada tiene de raro, es el puro y descarnado ejercicio del poder; Toño Echevarría ya ha mutado su carácter de empresario, ahora es el ambicioso político en el poder que empieza a ejercer hegemonía e imponer –pese a todos sus problemas de operación de su gabinete- el truene de solo sus chicharrones.
Nada tendría de raro que las demás entidades para estatales, sean remodeladas en sus titulares y estructuras a los criterios del modo, formas y tiempos de este gobierno, que ha demostrado que es refractario a la prensa crítica, cuya asfixia ante la falta de contratos de publicidad, le vale un soberano cacahuate.
Por lo pronto, van en caballo de hacienda…
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