Eran las viejas reglas “no escritas” del indisoluble binomio Pri-gobierno; en el quinto año de cada sexenio, el gobernador en turno sabía que tenía que rendirle buenas cuentas al presidente de la república -vía el presidente nacional del tricolor- no solo de una eficiente administración, -aún no tenían órganos de fiscalización- se dominaba al congreso y su comisión de hacienda y cuenta pública.
Lo trascendente era, entregar un buen partido, renovado, articulado y sin el desgaste del sexenio, para enfrentar la sucesión; antes de la alternancia era fundamental para la sobrevivencia política del que sería ex gobernador, que casi siempre se iban al Senado a iniciar un dorado retiro.
El presidente estatal del Pri, era una pieza política importante, influyente en la administración pública; era quien articulaba las gestiones de la ciudadanía. Hay de aquel funcionario del gobierno estatal que no lo recibiera o que no le resolviera sus peticiones. Su rol, era el del hombre fuerte del gobernador, el responsable de la vanguardia política, era la voz del gobernador para con la sociedad.
Hoy, y sin desdoro del profe Ríos, en Nayarit el Pri estatal tiene un patiño; y en el comité municipal de la capital del Estado, un pegote, lo que nos dimensiona el título de la columneja, el Pri y su otrora hermano siamés, el gobierno están en atonía; me permito utilizar el terminajo con licencia periodística.
En efecto, “atonía” es un vocablo médico que define la falta de voluntad o energía para hacer cosas o para reaccionar física o moralmente ante algo. Y politólogos me dicen que nunca un concepto como éste ha sido trasladado tan exitosamente a la crítica política.
¿Qué le ha fallado en este importante rubro al gobernante y su bloque de poder..?
Exceso de confianza, un sincretismo absurdo llevado hasta el extremo; sin disciplina para seguir una adecuada estrategia en la renovación de las dirigencias partidarias, desde los seccionales, municipales, sectores y el comité directivo estatal; al igual que el sátrapa anterior, conservan sus estructuras paralelas al institucional, suplantando el trabajo sustantivo del partido de cara al tránsito de la sucesión.
Es imposible que no se haya considerado la renovación del CDE y de los seccionales en función de las elecciones del 2017, dado el enorme desprestigio que hoy tiene el institucional en sus bases, en su militancia; la dura lección de perder (y cómo lo perdieron..!) parecía que iba a hacer reaccionar el jefe político, de un modo tal que se darían cambios sustantivos y golpes de timón.
El que esto escribe fue invitado a una reunión de análisis de las causas y efectos de los votos en contra del candidato del gobernante; los que llamé en su oportunidad, tal cual me lo dijo un ex gobernador del tricolor, “fueron los votos del odio” a propósito de nuestros señalamientos de políticas públicas que eran menester instrumentar; se fijó fecha, el lugar fuera de la entidad, y súbitamente sin mediar explicación alguna se suspendió.
Surgió un intempestivo viaje a “the big aple”.
OLVIDARON QUE TIENEN ADVERSARIOS
Al no tener voluntad para visualizar la trascendencia política de un gobierno, el quehacer político pasa a segundo plano, el mantenimiento de un cascarón del aparato partidario para que movilice a su gente a la hora de las giras del gobernador; dejando irresponsablemente abandonada la función del partido en el cierre de un sexenio, renovarse para tener mejores rostros ante la sociedad, cambiar a los que se han desgastado a la par de la administración que precluye.
El bloque del poder, tiene como constante el desdén por los partidos de oposición y por los hombres que los dirigen y por aquellos acelerados que ya se lanzaron desde el año pasado a las acciones de posicionamiento en el imaginario electoral, resulta difícil decirlo, olvidaron que tienen adversarios.
Pero lo que es grave, se olvidaron que sus adversarios no solo son los políticos de oposición, sino la enorme masa ciudadana que en las elecciones intermedias les dio un estruendoso mentís a sus candidatos.
Un hombre tan sensible al lenguaje corporal y oral de la gente, el gobernador lo percibía en campaña; dijo “en Tuxpan la gente me saluda pero no me ve a los ojos..” su gurú de cabecera le dijo: “es que vas a perder Tuxpan..” y perdió en el municipio; hoy, alejado de la gente, de los medios y plumas influyentes, están en menesteres patrimonialistas, con acciones gubernamentales que parecen un remedo de campaña perpetua.
Y si no les preocupa la política partidaria, ni la sobrevivencia de su partido, el proyecto político gubernamental se va a morir en sí mismo, sin trascendencia alguna, salvo la picota del descrédito y linchamiento públicos y en espera de lo que haga el próximo gobierno sobre el resultado de las fiscalizaciones que hasta ahora han sido controladas con eficiencia por su auditor general Roy Rubio.
Este bloque del poder no ha consolidado ni un solo amarre político; ha hecho fintas –malas y tarde- no tiene garantizada una estructura electoral; y lo indecible, no tiene prospectos de candidato; y lo grave, con los aspirantes que han surgido, Cota, Mejía, que no son de su empatía, no existe interlocución; lo cual es un pésimo mensaje para la militancia del tricolor, que ve con azoro la renovación de los opositores, el surgimientos de liderazgos carismáticos y en el suyo, solo balbuceos de operación política, con figuras inviables y refractarias a la empatía del elector futuro.
¿Les queda tiempo..? sí, muy poco, si dejan el orgullo mal entendido y se aplican a la operación política que es indispensable en el tiempo de preparar la sucesión, que desde luego es responsabilidad del que se va. Pero no esos simulacros de entrega recepción que hoy publicitan que son eficientes; el mejor de los trabajos es el trabajo político, real, auténtico y sin simulaciones; y Roberto Sandoval no solo lo sabe, sino que sabemos que sabe hacerlo…
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