En la escuela primaria lo escuché por vez primera, en tono despectivo desde luego, cuando en algún juego se discriminaba a alguien éste decía: “y yo que..? ¿soy hijo de cuico..?” parte de la crueldad infantil, de la cultura inmersa en los mexicanos, el policía está en el detritus de la sociedad, ahí en lo más bajo, planteándonos la enorme paradoja, ese oficio vilipendiado, es para proteger a los demás de la delincuencia.
A lo largo de mi vida, he conocido todo tipo de policías, desde aquellos torvos golpeadores, con la agresividad y el autoritarismo a flor de piel, con sus métodos salvajes para interrogar a estudiantes detenidos en la época de la insurrección a finales de los sesentas y principios de los setentas en el siglo pasado; hasta los refinados y aparentemente educados policías “políticos”, integrantes de aquella pavorosa DFS –dirección federal de seguridad- de la Secretaría de gobernación.
Todos tienen el mismo denominador que les es común, encarnan la autoridad del Estado, con su placa y su pistola se erigen por encima de las personas en el ejercicio de su chamba; empero, ellos que pertenecen a esta última parte de la cadena de la procuración de justicia, han sido los olvidados en la implementación del nuevo sistema de justicia penal de corte acusatorio y oral.
Desde hace más de un lustro, luego de estudiar las entrañas del nuevo sistema, he participado en la preparación de agentes del MP, del personal de la administración de justicia y en no pocas ocasiones intenté que se involucraran los presidentes municipales en tales cursos para que los policías municipales fuesen capacitados, nunca tuve eco; secretarios de seguridad estatal y municipales, me dijeron que ellos solos, ya se estaban capacitando en el NSJP.
Y tal abandono ahí lo tenemos; ellos, que deben ser el primer respondiente para el inicio de toda carpeta de investigación en el caso de los delitos menores que son de su competencia, no son capaces de elaborar los informes, de llenar los formatos del IPH, y con sus elusiones, son el rescoldo de aquellos lodos del viejo sistema de justicia, en que el derecho penal, es parte de la política represiva del Estado, la que se usa(ba) en contra del ciudadano.
EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL
Con la evolución del derecho constitucional, tenemos un bloque de convencionalidad que ha dimensionado un nuevo edificio de los derechos fundamentales, el ciudadano común tiene un enorme manto de protección justicialista en las normas convenidas por el Estado mexicano; la trascendental reforma del artículo 1° de la carta magna publicada en el DOF el 10 de junio del 2011 así lo establece.
Se deja atrás el anticuado concepto de “garantías individuales”. A partir de la reforma se llama “De los derechos humanos y sus garantías”. La expresión derechos humanos es mucho más moderna que la de garantías individuales y es la que se suele utilizar en el ámbito del derecho internacional; aunque a juicio del escriba, que lo más pertinente desde un punto de vista doctrinal hubiera sido adoptar la denominación de “derechos fundamentales”.
En este contexto tenemos que distinguir los cuerpos policiácos, los de los Ayuntamientos, los polimunicipales son a quienes el Estado no ha volteado a ver sus carencias en lo elemental de su instrucción, funciones en el NSJP, y sobre todo en sus ingresos, ganan un promedio de ocho mil pesos mensuales; y los integrantes de las diversas policías de los gobiernos estatales, ganan un promedio de diez mil pesos mensuales.
Y sí, con tales salarios, son ellos, quienes nos deben defender de la delincuencia, son los del primer contacto, su presencia debe ser disuadora para inhibir la recurrencia del delito; y ¿qué es lo que ha sucedido..? la obviedad lo implica, la penetración de la delincuencia organizada en los cuerpos de policías municipales y estatales, se explica por sus bajos salarios, de ahí el porqué en ocasiones el policía se convierte en un delincuente con placa, delinquir con la impunidad que le da su uniforme.
Pese a que todos los procesos de procuración y administración de justicia están cambiando para bien de la sociedad, si no se tienen sueldos decorosos para todos, policías, agentes del MP, peritos y jueces, no podremos avanzar en esa aspiración que tenemos, constituir una sociedad de pleno estado de derecho.
De ahí que resulte relevante, la decisión del gobernador Toño Echevarría García para “elevar al doble” el ingreso de los policías estatales; es un inicio, que debe dimanar hacia los Ayuntamientos, lo que requiere la activa participación de los diputados que integran esta XXXII legislatura. Para ya no tener más niños que se avergüencen de ser “hijo de cuico”.
Solo un necio o enajenado, puede estar en contra de tal iniciativa.
Contacto.- cronicaslip@gmail.com