Por Luis Ignacio Palacios
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Una vieja propuesta del escriba
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Salvador Íñiguez con López Portillo
En los años setentas, la SHCP junto al INDETEC, organizaba cada año una reunión nacional de Tesoreros con funcionarios de Hacienda, en la cual se exponían temas de diversa índole por los tesoreros de cada gobierno estatal y al final, cerraban los discursos del titular del Indetec y del Secretario de Hacienda y Crédito Público. Hoy traigo este recuerdo por las necesarias reformas que requiere el régimen de posesión de la tierra del Ejido.
1974, Chava Íñiguez funge como Tesorero del gobierno de Roberto Gómez Reyes, nos pide a dos de sus colaboradores el desarrollo de un tema que fuera congruente con los temas fiscales de aquél entonces, tendiendo a que sirviera al desarrollo del país; el ingeniero Jorge Nájera, era el coordinador de los trabajos de impuestos coordinados, un hombre –ya extinto- de talento que, desde que nos conocimos me prodigó una productiva amistad. El que esto escribe, fungía como el jurídico de la dirección de impuestos coordinados de la Tesorería del Estado.
Elaboramos una tesis audaz e impensable para el Estado revolucionario de aquél presidente Luis Echeverría; ni más ni menos propusimos que el Ejido modificara su estructura de posesión y se transformara en una organización que permitiera el dominio pleno de sus dotaciones de tierras, lo que le posibilitaba la inversión de los bancos y la iniciativa privada, para obtener mediante asociaciones con ejidatarios sociedades mercantiles más productivas.
La intención era que se sentaran las bases legales para crear sociedades mercantiles agro industriales con activa participación de los ejidos, de ahí la necesidad de disponer del dominio pleno de sus tierras, se terminaría la vieja figura tutelar de ser solo poseedores, hijos perennes dependientes del Estado.
La reunión nacional de funcionarios fiscales con los tesoreros estatales de aquel año se realizó en Yucatán, la propuesta de Chava, con la presencia del Secretario López Portillo, causó expectación y luego de aquel discurso del entonces secretario de hacienda, donde revelaba las tablas para su inminente destape como candidato a la presidencia, en la cena, felicitó al nayarita y le dijo que aún el Estado y el pueblo –es decir los ejidatarios- no estaban preparados para una reforma de tal magnitud; “quizás en los próximos gobiernos” nos contó Salvador que al final le dijo.
21 años después -1995- , el presidente Carlos Salinas, hizo las trascendentales reformas al Código Agrario, del modo tal que permitió desde entonces el dominio pleno de las dotaciones ejidales, terminando con las simulaciones de la renta y del acaparamiento de tierras ejidales; aunque hoy, muchos ejidatarios son millonarios por la venta de sus terrenos a la CFE o al gobierno para construir autopistas y aeropuertos, la cultura de ejidatario dependiente de papá gobierno aún tiene resabios.
Se imponen controles para evitar que en la renovación de los comités ejidales desconozcan las ventas anteriores a su ejercicio de tierras con dominio pleno, ya que en ocasiones es cuento de nunca acabar, y de inútiles pleitos legales contra los nuevos adquirentes, sobre todo en los ejidos ribereños que tienen vocación turística o para construir fraccionamientos habitacionales.
Con la muerte de la ideología revolucionaria, hoy con un gobierno federal populista que busca satisfacciones inmediatas para los desposeídos, creando una mayor cultura de dependencia que no alienta el emprendurismo, se impone darle racionalidad a las vocaciones productivas del país.
Infinidad de Ejidos, cuyas tierras dotadas por resolución presidencial, hoy ya han sido alcanzados por la mancha humana de las poblaciones cercanas, o de plano integradas a los fraccionamientos en zonas turísticas de alta demanda; el ejido como naciera con el mandato constitucional ha desaparecido, difuminada la ideología que le daba sustento, cuando la CNC es un fantasma del pasado, con la pluralidad política y el dominio de Morena, es menester encontrar formas legales para un mejor desarrollo económico de lo que fueran los núcleos ejidales.
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