- Sentimiento colectivo
- Persiste el estado de excepción
Uno de los ejes más importantes de la política presidencial, que era esperada con expectación -la estrategia de seguridad pública- ya que se trata de uno de los flagelos que ha pervertido la vida nacional con el dominio de la DO de más del 50% de territorio nacional, al ser conocida el día de ayer, tuvo un efecto que no ha sido considerado por los analistas o sociólogos que pudiesen explicitar su etiología.
Se trata de la desesperanza colectiva, es un concepto psicológico que describe la sensación de impotencia y resignación que experimenta una comunidad cuando percibe que sus acciones no tienen impacto en su entorno, en el caso, dado el resultado de la política presidencial en este tema, su lema de “abrazos no balazos” con la permisividad del actuar de los delincuentes, al ser ratificada en su totalidad por la presidencia entrante, estamos viendo lo cruento de su resultado.
La impiedad mayúscula de lo sucedido en Chilpancingo con los funcionarios del Ayuntamiento, evidencia que los electos de un partido de oposición a Morena su destino es el exterminio; la incapacidad del Estado de poner orden en las facciones del cártel de Sinaloa, reconocida por los propios mandos militares, demuestra que, quienes hacen pactos con diablo, no pueden, no saben o no quieren exigir que no se les desborde la violencia para dirimir sus diferencias y traiciones.
El uso de la violencia legítima del Estado para combatir la delincuencia, es una obligación constitucional; atender sus causas es un ineficaz paliativo, la pobreza marginal de los mexicanos no es la causa de la insurgencia delincuencial; hoy, la DO son ya una mega empresa de negocios con alcances internacionales; y en amplias zonas del territorio nacional, controlan las actividades económicas primarias.
La pasiva actitud del estado, de renunciar a combatir –con todo el poderío bélico que tiene- a los grupos delincuenciales que actúan con total impunidad es un pecado de lesa humanidad; la sociedad está inerme y expuesta a las ambiciones sin freno que sin respeto alguno al marco de derecho imponen su hegemonía a la población; estamos a un tris de que los organismos internacionales nos declaren un Estado fallido.
Esta grave determinación de la presidente entrante, genera desazón, impotencia, esta desesperanza es el sentimiento de no encontrar alternativas de solución ante la actual situación y de no tener expectativas de futuro.
Condición que aunado a la crisis constitucional, consecuencia de la inopinada reforma al poder judicial, nos lleva ineluctablemente a un cambio de régimen; el Estado fallido es un Estado que se ha hecho ineficaz, teniendo solamente un control nominal sobre su territorio, teniendo grupos –que no son combatidos- desafiando directamente la autoridad del Estado, una burocracia cómplice y un aparato militar maniatado para contener la insurgencia delincuencial.
Qué clase de país le estamos dejando a nuestros hijos..? a nuestros nietos..? se está matado la esperanza de vivir en una sociedad mejor…
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