- la respuesta de los universitarios
- difícil adhesión de la sociedad a sus acciones
El rector Ignacio Peña, ayer por la tarde como representante legítimo de los intereses generales de la Universidad Autónoma de Nayarit, defiende a ultranza el singular concepto de “autonomía como valor fundamental para el buen funcionamiento de las universidades públicas estatales..” para sustentar el rechazo categórico el procedimiento para llevar a cabo el proceso de reforma a la ley orgánica de la universidad que preside.
El manifiesto señala que esta reforma “no puede ser concebida sin la opinión de las y los universitarios…, (y) sin la aprobación de sus órganos de gobierno legalmente constituídos..” y anuncian que tomarán “las decisiones legales de cómo hacer frente a lo que se considere una violación a la autonomía universitaria..”
Es lógico y normal, dado el contexto de la reiterada reticencia del rector, sus órganos de gobierno, los enclaves caciquiles, a modificar la vieja estructura corporativa, muy propio de las estructuras de los años setentas, en plena vigencia del viejo PRI; cuyos privilegios fueron cercenados por la reforma a su ley orgánica.
Tuvo que dimensionarse en el cierre del año anterior, la coyuntura de la miseria presupuestal de la UAN para pagar sus compromisos financieros con su personal académico, administrativo y de trabajadores; ellos lo saben perfectamente, la vigencia de su esquema de gobierno y el reparto indebido del presupuesto, tarde que temprano les iba a colapsar, solo que ahora se toparon en tepetate.
El gobernador del Estado Toño Echevarría, con su singular rijosidad política desde hace meses se los estuvo diciendo, se refería de manera despectiva a la prevalencia de los decenas ¿o cientos? de aviadores y de tráfico de dinero inconfesable, no deben de saberse engañados, dije en entrega anterior en este mismo espacio, hubo un quid pro quo, instrumentado desde las oficinas de la SEP, la SHCP y la misma presidencia de la república.
En el viejo argot de la política mexicana podemos señalarlo, lo que hace el rector Ignacio Peña con su manifiesto, son “patadas de ahogado”, cuyas consecuencias tienen solo un fin, justificar ante los cacicazgos que ahí lo llevaron, que le van a hacer la lucha, que van a intentar el camino de la legalidad para echar abajo la reforma, y al final, no les quedará más que la forzada obsecuencia a la instancia que les establece la reforma a su ley orgánica.
Y a su vez, el gobernante un poco más tarde les contesta, de manera pudorosa, respetuosa, señalando también que defenderá lo resuelto por “sus diputados”, y con un tono apologético señala que “nada me daría más satisfacción que el saber que los universitarios de base toman por fin, en libertad, el control del destino de su grandiosa institución..”
Y de forma marrullera, les reitera que será “un aliado y acompañante, para hacer de la Universidad Autónoma de Nayarit el mayor orgullo de las siguientes generaciones..”
Esta batalla la sigue ganando el poder ejecutivo, y a los universitarios, con toda la carga de inmoralidad social que les es reconocida por la sociedad, no se les ven “patas para gallo” para ser adversarios de deveras del gobernante y su congreso.
Deben de entender. Es el principio del fin de un largo ciclo, que los ha enriquecido sin pudor alguno…
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