Si algo debe de reconocérsele al luengo candidato del PRI, es el mantenimiento de su estabilidad emocional; en un escenario político electoral la mar de difícil, con un partido político que no era suyo y que apenas tiene unas cuantas semanas para reconstruír el viejo tejido partidario; ante los urgentes reclamos de sus aliados para que haga un fuerte deslinde de todo lo que significa la actual administración, sigue permaneciendo ecuánime.
Sus propuestas últimas sobre la economía agraria de la entidad tienen la atingencia del hombre que conoce las leyes del mercado y la verdadera vocación productiva de nuestras regiones; ante el singular lenguaje del candidato de la derecha que no osa condenar el status político gubernamental y su catálogo de propuestas de gobierno siguen difusas e inasibles; Manuel empieza a señalar los puntos neurálgicos del escenario que hereda el gobierno de Roberto.
Ante la sospechosa condición de entendimiento del junior con el poder otrora hegemónico, quizás producto de sus largas charlas en el precioso rancho de Aután, su inexperiencia política lo lleva a decir discursos ditirámbicos de autoelogio como el pronunciado en Pantanal, donde habló de sus riquezas y de su participación accionaria en instituciones financieras.
El candidato del tricolor, ya incursiona en la lógica de las contradicciones políticas a la hora de la contienda en campaña, señala puntual sobre la rendición de cuentas a la que están obligados los funcionarios que se van; y ante los tácitos entendimientos, condena la conducta de “los cocacolos”, expresión que causa hilaridad entre sus correligionarios.
Pero Manuel, junto al candidato de la derecha, tienen que tomar en cuenta el ascenso de Navarro Quintero del MORENA, los tres se debaten en la incertidumbre democrática que se genera en una campaña que al final entre ellos se disputarán el tercio mayor para ganar las elecciones, solo que para el abanderado del PRI, el grado de complejidad en sus acciones de proselitismo es mayor, por toda la carga de descrédito que hoy le impone el poder central al gobernante, a sus funcionarios y toda la leña estólida que están haciendo por la caída del fiscal.
Es el papel más ingrato para candidato alguno y parte del problema es que en toda la cauda de candidatos que le impusieron, no existe una personalidad que sea de peso político o mediático, inexpertos, debutantes e improvisad@s, no hay quién le ayude a levantar las emociones de las estructuras del PRI.
EL CASO SANTIAGO
Tenemos que el singular delegado nacional del PRI, el ex gobernador Jesús Aguilar Padilla, que es como las heces de los pericos –ni huele ni hiede- hacen un espléndido evento con doce mil militantes y luego nombran como candidato a presidente municipal a un impresentable; y para acabarla de amolar, nombran candidato a síndico a la esposa del ex edil que entregó la presidencia a la oposición, que hizo latrocinio y medio con las finanzas municipales y esta resolución la imponen en contra del sentimiento mayoritario de la militancia, echan a perder una expectativa de optimismo que les despertó la candidatura de Manuel Cota.
En la construcción de una democracia política, la incertidumbre electoral es consustancial, ya nadie tiene asegurada la victoria, ésta se dará para el candidato que siga cumpliendo las reglas elementales, tener un entusiasta ejército de tierra, una adecuada estrategia de ir por los votos de los nuevos electores, ganar a los indecisos y muchos recursos para la operación electoral; el caso de las candidaturas de Santiago, no solo son una ofensa al priísmo, son auténticas chingaderas, es, la genuina vocación por los equívocos que hoy tiene el institucional.
Y acredita la incapacidad política del sinaloense que no tiene la mínima idea de lo que es el quehacer político para ganar elecciones. Con un gobernante acotado, desacreditado y disminuido políticamente, nadie se atreve a aprovechar esta coyuntura para el fortalecimiento de la candidatura de Manuel Cota; quién está haciendo lo suyo en la vertiente de administrar adecuadamente su presencia mediática.
Todo el lodo que le han echado los corifeos del candidato de la derecha no le han vulnerado su reputación política, a criterio nuestro, hace falta decir más de las acciones legislativas y políticas de la experiencia de Cota; entendamos –señor delegado nacional- la reputación de su candidato debe permanecer incólume.! Porque es un atributo de su identidad política, porque identidad es igual al posicionamiento que ya está logrando como el candidato que oferta estabilidad, seriedad y responsabilidad en el ejercicio público.
Y todos los estrategas que tiene el tricolor, deben percatarse que vivimos la era de las percepciones, en dónde las redes sociales no ganan las elecciones, pero sí generan corrientes cortoplacistas de opinión e impactan los modos de ejercer el liderazgo político que debe tener su candidato; en el contexto de hoy, con inteligencia, talento y güevitos se pueden superar las crisis de liderazgos políticos.
El reto de Manuel Cota sigue siendo el proyectar congruencia entre su identidad como candidato y sus promesas de campaña; porque el posicionamiento (para ganar la elección) es, la esencia de la identidad de Manuel como persona.., que se convierte en una percepción inconsciente y consensuada públicamente.
Estos son los retos, que se condensan en el proceso de alineación estratégica, dado que el posicionamiento se vuelve el eje para construir la credibilidad del candidato…
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