- Descenso de infecciones hasta octubre
- Responsabilidades compartidas, sociedad y gobierno
- 2022 también deberemos usar cubrebocas y cuidados
Todos los días, leo hasta el hartazgo las noticias de Europa, de USA, de México y de otras latitudes sobre el cómo esta sociedad global está comportándose ante la pandemia mundial del Covid, de sus cepas, el original y sus variantes que hoy tienen a medio mundo con la urgencia de nuevas disposiciones y con el inaudito resultado de que los pueblos, la sociedad está ahíta, harta de prohibiciones y de confinamiento.
Y sí, ahí están las manifestaciones de los negacionistas, de los que no se quieren vacunar pese a que los gobiernos de USA, Francia, Alemania y otros más decretaron su obligatoriedad, pese a que han muerto precisamente por la infección del covid, los líderes opositores, esta turba de irredentos que se dan en todos los países, nos evidencian las crueles paradojas del sinsentido, de la ignorancia como norma y de la incapacidad gubernamental para persuadir conductas.
La humanidad –nos dijeron los científicos sociales- debía de mutar sus categorías sociales de convivencia, una de sus peculiaridades de esta sociedad global es la realización de eventos multitudinarios; de todo tipo, deportivos o sociales, y a ellos debíamos de renunciar; imposible, luego de las vacunas, el mundo trató de volver a su costumbre de reunirse sin cuidado, las normas restrictivas a la conducta particular, la imposición del cubrebocas, del cuidado, de la sana distancia, valió siete fregadas, nadie hizo caso.
Transcurre ya el octavo mes del año siguiente al de la irrupción de la pandemia; meses de restricciones, de confinamiento, de acumular presiones morales, sociales, económicas, de todo tipo; y los cientos, miles de muertes de personas que no conocíamos, una estadística que veíamos lejana.
Ahora, ya vacunados, con la aparición de la nueva cepa, la infección comunitaria en ascenso, en México, pareciera que la política gubernamental es un genocidio, buscan la inmunidad de rebaño no a resultas de la vacunación masiva, sino de la contaminación de sus habitantes, y a la buena de dios, que sobreviva el más fuerte, el mejor física y mentalmente preparado para enfrentar la pandemia.
Y ahora, los infectados, los muertos están aquí, cerquita de tu casa, de la cuadra, de la oficina, del trabajo, muertes de conocidos, de amigos cercanos, de parientes lejanos, el impacto es sobrecogedor, solo que la sociedad vive y se expresa con todos los riesgos y la búsqueda de una nueva normalidad, produce paliativos.., hasta que llega y toca las puertas de tu familia cercana.
Ahora, con la ventaja de la vacunación, el impacto es menor, un mínimo porcentaje son los fallecidos, sin embargo, ahí está presente el méndigo bicho, diseñado de manera inteligente por la mente más perversa que podamos imaginar, diezmar a la humanidad, que se mueran los gordos, los inmunodeprimidos, los débiles, los ancianos y los niños que no estén fuertes.
En Nayarit, en este interregno, generado por el gobierno casi extinto y el nuevo que aún no toma posesión, imponen el regreso a empleados, ignorando las elementales medidas de protección para las oficinas: deben de estar permanentemente ventiladas; deben contar con medidores de CO2 dióxido de carbono, cuya medición arriba de los 400ppm, son inadecuadas para quienes ahí están, este registro nos muestra que el oxígeno que respiran ya está contaminado.
La medición del dióxido de carbono (CO2) como indicador de la ventilación del aire en ambientes cerrados es una de las medidas más recomendadas para evitar el contagio de coronavirus por inhalación de aerosoles acumulados, es decir estas pequeñas gotas que emitimos al exhalar, que en la actualidad es una de las principales vía de transmisión, advirtieron especialistas. Así lo recomiendan:
“Cuando uno tiene todo cerrado, el CO2 se va acumulando y aumenta su concentración, con lo cual niveles de CO2 bastante mayores a 400 ppm dan una medida de la acumulación de aerosoles en un ambiente, y sugieren que es necesario ventilar, lo que significa renovar el aire”.
Se sostiene que “cuando una persona que está infectada habla o respira está constantemente emitiendo aerosoles que contienen virus potencialmente infectivo; la mayor concentración de esos aerosoles está justo frente a la persona y disminuye a medida que aumenta la distancia, por eso es tan importante mantener la distancia física. En lugares cerrados sin ventilación, los aerosoles se acumulan pudiendo causar contagio a distancias mayores a dos metros de la persona infectada”.
“la importancia de ventilar tiene que ver con disminuir el riesgo de contagio a través de la inhalación de esos aerosoles que se van acumulando en el ambiente cuando la renovación del aire no es la adecuada”
Obligar a trabajar en oficinas cerradas y sin ventilación es criminal, una política de ignorantes y negligentes; porque ignoran que con la nueva cepa de Covid, la Delta, el 90% de los infectados son asintomáticos, y pululan por doquier contaminando a lo pendejo.
Y pues nó, no existe una “nueva normalidad” estamos viviendo un estado de excepción, al menos por un año más; los registros hospitalarios y los panteones dan cuenta de ello.
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