Por Luis Ignacio Palacios
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Una profesional de experiencia
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Larga trayectoria en la materia
Quizás, los gringos de la USAID que a finales de los años noventa del siglo pasado que impulsaron la creación de la Auditoría Superior de la Federación y sus correspondientes órganos de fiscalización de los Estados, nunca imaginaron en lo que desembocaría esta entidad que tiene por objeto vigilar y auditar el ejercicio de los recursos públicos. Hoy, estas funciones se han desnaturalizado, puesto que hasta el mismísimo auditor general del ASF ya se puso la camisa de Morena.
Los gobernantes mexicanos tienen en esta entidad, el mejor instrumento para matizar la corrupción y llegado el caso en usarla como un instrumento autoritario de revancha política.
De ahí los grados de dificultad de los funcionarios que cumplen con las funciones fiscalizadoras y tienen que enfrentar a sus superiores para modificar los resultados de las auditorías cuando evidencian las corruptelas de los ediles o funcionarios gubernamentales en turno. Es decir si son honestos a carta cabal para defender su trabajo o, son complacientes con las órdenes de sus superiores.
Ese es el viacrucis de los auditores especiales, de los directores y jefes de departamento de la ASEN; cuando conviene a las autoridades del ejecutivo le dan con todo al procedimiento y cuando nó, tienen que modificarlo o extender los plazos resarcitorios para que el funcionario corrupto regrese lo mal habido o reordene las irregularidades de su ejercicio.
La recién nombrada auditor-a general Elulalia Salas Ayón, que ha sido empleada desde que nació el OFS, sabe y le consta de estos avatares; estuvo en el equipo del primer auditor, Olmedo ya que con él estuvo en Banobras; posteriormente al llegar un auditor general de los profes, fue despedida y se va con Salvador Íñiguez al Congreso del Estado, cuando Chava es nombrado auditor general, regresa al OFS.
Inexplicablemente es fortalecida a la llegada de Roy Rubio y la empodera como auditor especial; y ahí sigue en la institución de manera camaleónica con los siguientes auditores; quienes la conocen le reconocen que es eficiente y muy técnica en el desarrollo de sus funciones fiscalizadoras.
La hoy extinta Trigésima Tercera Legislatura designa a Eulalia Salas Ayón como auditora superior de la Auditoría Superior del Estado de Nayarit por un periodo de ocho años; a ver si ella puede cumplirlos, dado que conforme a la experiencia de los anteriores gobiernos, a la llegada del nuevo gobernador, operan para que renuncie y poner a un auditor general a modo.
Con un gobierno consolidado como el de Miguel Ángel Navarro, no debe tener problemas en su ejercicio, al contrario, ya que sus funciones institucionales pueden –y deben- fortalecer la buena marcha de esta administración.
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